Capítulo 40

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Pov's Cristián.

Mi cabeza quiere estallar, quiere dejar de pensar, pero es imposible cuando siempre he sufrido por el abandono de una persona que solo ha vivido para destruir mi vida, para alimentar mi miedo a ser abandonado.

Por años creí que Karina era igual a Saray, que disfruto decirme aquellas palabras, pero hoy por hoy veo que no es así, que todo fue por culpa de esa perra.

Nunca creí que me dolerían tanto sus palabras, estaba preparado para escuchar lo que siempre creí y acepte, que era muy joven y que por eso no me quiso nunca, pero el escuchar toda la mierda que dijo, las cosas sobre Karina me abrumó.

Decir que estoy desconcertado queda corto, me siento como un maldito idiota que siempre tuvo su destino en manos de la enferma que le dio la vida, una enferma que se encargó de arruinar mi felicidad en el pasado, desde un niño me negó la posibilidad de ser feliz, luego me fui lejos de ella pensando que iba a encontrar la felicidad, y puedo decir que fue así, tener a Adriano, a sus hijos, a la nana y a Karina me dieron felicidad, pero nuevamente Saray se encargó de negarme ser feliz, me arrebato a Karina, me volvió un frustrado de mierda.

Ahora, con Nathaly, si, porque me la quito en el pasado y ahora, porque el que se haya tenido que ir por protección, por miedo a que la pudiera atacar, me volvió a ganar.

Quisiera acelerar, pero el dolor en mi pierna no lo permite. Afincó más mi camisa de la herida, para evitar que salga tanta sangre. Mi vista se empieza a nublar, estoy mareado, pero eso no evita que deje de manejar persiguiendo a Saray, pero lleva mucha ventaja. Lanzo el auto a un lado cuando casi me estrello contra un auto, Saray va delante del auto que me acaba de rebasar. Acelero pasando el auto quedando tras de Saray, pero me siento débil, así que para evitar un accidente me orillo a un costado de la carretera.

Saco mi móvil y marcó el número de Giovanni.

-¡¿Donde mierda estás?!- grita al otro lado de línea.

Yo afincó mi cabeza del volante, tratando de controlar mi respiración.

-Estoy herido- hablo.

-¡¿Que?! ¡¿Dónde estás?!- pregunta desesperado-Cristián...

-En la diagonal de las afueras de New York, la via de la bodega. Me estoy desangrando.

-No vayas a manejar así, ya vamos. Aguanta hermano...

Escucho el pitido que me hace saber que ya corto el llamada. Afincó más la camisa en la herida de mi pierna.

Cierro los ojos y lo primero que llega a mí es Nathaly y mi hijo. Está situación me desespera, no quiero perderla, es la mujer de mi vida, la mujer que amo y amaré siempre, de eso estoy seguro.

Ella me ha enseñado tantas cosas, con Nathaly todo a Sido más que perfecto. Lo que ella causa en mi es muy grande, no se que haría sin ella en mi vida, y por eso es el temor que siento, no quisiera que nuestra historia termine aquí, pero confío en ella, confío en nuestro amor.

Afincó mi espalda del espaldar del asiento, estoy sintiendo frío.

Mi mente no deja de repetir la mirada de Saray, su mirada de satisfacción cuando dijo que ella había matado a Karina, esa misma santificación que sentiré yo cuando vea a los tiburones alimentándose de su asquerosa carne.

Cada vez me siento más débil, así que me dejo sumergir en el dolor que me hace temblar, el sudor en mi cuerpo es por la fuerza que ejerzo para no mover la pierna.

Han pasado veinte minutos desde mi llamada con Giovanni, y ahí es cuando veo de BMW convertible serie ocho, gris, frenar delante de mi deportivo Lotus Emira.

La Magnate RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora