Capítulo 29

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𑁍___(apellido)𑁍

Y el día que menos quería que llegue, había llegado.

Mi madre me dijo que no podía hacerse el trabajo en mi casa ya que tendría una reunión del trabajo con sus amigas. Así que quedaba la casa de Aidan.

Hoy nos reuniremos y haremos la exposición.

Solo quiero que ya acabe. Estoy emocionada por el campamento de la otra semana, sin embargo, debemos acabar todos los trabajos antes de ello.

Eran las cuatro de la tarde. En este momento estoy atando mis zapatillas, agarro el papelografo que yo me había ofrecido a llevar y bajo las escaleras.

Veo a los invitados de mi madre en la sala y la diviso entre las personas.

Me acerco a ella saludando a los demás y ella me sonríe.

—Mamá ya me voy —le susurró.

—Ah sí hija. No llegues después de las ocho.

—Sí, mamá. Hasta luego —me despido y salgo de la casa.

Le envió un mensaje a Aidan y le digo que ya estoy en camino.

Camino tranquilamente por las calles solitarias pensando en las muchas cosas que podrían pasar esa tarde.

Al pasar los minutos llegó a la casa del chico y doy leves toquecitos a la puerta.

—¡___! Pasa —me invito y yo pasé a la casa.

—Hola, Aidan. ¿Aún no llega Jason? —pregunto —. Ya debería haber llegado.

—No, aún no, si no llega le diremos al maestro que no trabajo con nosotros.

—Bien, entonces esperemos unos diez minutos, si no llega, empezamos —. Es más, él debía empezar con la teoría principal. No debimos darle esa parte.

—Hey, tranquila. Todo irá bien.

—Por cierto, traigo el papelografo

—Gracias.

Nos quedamos un momento en silencio sin saber que más decir.

—Ah, sí, siéntate mientras esperamos.

Asentí y me senté en el sofá. Aidan se sentó a mi lado.

—¿Emocionada por el campamento? —soltó el tema.

—Cierto, el campamento. Es este lunes y yo no he empacado nada. Es una semana, ¿verdad?

—Sí, siendo sincero es la primera vez que iré con alguien.

—Dimelo a mí, estamos igual.

—Oye, ___ —llamo Aidan.

—Dime —volteé a mirarlo.

—Una pregunta.

—Habla, Gallagher —arqueo una ceja.

—¿Qué soy para ti?

Me quedé pensando en su inusual pregunta. ¿Por qué me preguntaría aquello?

—¿Por qué la pregunta?

—Amm, ¿simple curiosidad?

—Mmmm, pues, eres mi mejor amigo, una persona en la que puedo confiar y siempre contar contigo —sonreí —. He encontrado en ti un alma pura y muy hermosa, Aidan desde que te conocí, siempre me inspírate a tenerte confianza y te he agarrado un gran cariño.

—¿En serio soy eso para ti? Y pensar que al inicio pensé que saldrías corriendo al enterarte de mi enfermedad.

—Oh, vamos, no seas tonto, Gallagher. Nunca haría eso, además tú no tienes la culpa de haber nacido con esa enfermedad, no tienes porqué sentirte culpable ni mucho menos tener miedo-lo mire a los ojos—. ¿Y tú? ¿Qué soy yo para ti?

El chico de los ojos tristes (Aidan Gallagher)Where stories live. Discover now