«Serás tú la primera a quien invocaremos entre las deidades del Olimpo»

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Mi rictus se tornó en la expresión adusta e impertérrita que poco tenía que ver conmigo, pero que me había acompañado a lo largo de toda mi andadura estudiantil y laboral. Por desgracia, había presenciado desprecios suficientes, relativos tanto a mi género como a mi juventud, para saber que esa debía ser mi actitud si quería ser tomada en serio en un mundo profesional tan hostil como lo era el científico. Sin más dilación, abrí la puerta de par en par, accediendo a la Sala 4.

La luz de la mañana se colaba a través de persianas venecianas de las ventanas, lo que dotaba al espacio de un aspecto cálido que poco tenía que ver con la frialdad que se respiraba en su interior. Aquella sala era utilizada por mi equipo para reunirnos mensualmente y compartir los avances entorno al fármaco. Estas reuniones siempre habían sido una experiencia un tanto traumática para todos, ya que era allí era donde nos congregábamos —durante más tiempo del que nos habría gustado— para relatar en voz alta los fracasos de la vacuna. Aquel lugar era sinónimo de frustración, culpabilidad y decepción. O al menos lo fue hasta que conseguimos dar con la correcta composición del inmunógeno.

Las elucubraciones de mi cerebro se fueron al traste cuando estuve en el interior, donde esperaba encontrarme con todos los miembros de mi equipo. Me relajé al instante cuando únicamente vi a Karen Teller, Responsable de Ensayos Clínicos de MíloPharma y, durante un tiempo, novia de mi hermano. La mujer parecía incluso más menuda que de costumbre en aquel espacio monstruosamente grande, ataviada con una bata blanca que parecía venirle varias tallas más grandes. Su bonito rostro almendrado se encontraba, al igual que el mío, parcialmente cubierto por la mascarilla, dejándome ver solamente sus ojos aguamarina. Me sorprendió que, a diferencia de ocasiones anteriores, estos no se llenasen de lágrimas nada más verme. Karen era, posiblemente, una de las personas más dulces que había conocido nunca. Y una de las más inteligentes, por supuesto. Para mi desgracia, su relación con mi hermano no llegó a buen término, pero eso no impidió que continuasen siendo buenos amigos. Tras el asesinato de Adrien, ella se había convertido en mi mano derecha en Mílo.  

Acorté la distancia que nos separaba a paso rápido para poder fundirnos en un abrazo. Pese a que pareció desconcertada en un primer momento, no tardó en responder a mi gesto, estrechándome con fuerza contra ella.

—Me alegro de volver a verte.

—Yo también, Soph —contestó. Su voz sonó amortiguada contra mi cuerpo. Rompimos el abrazo, quedando frente a frente—. Te preguntarás por qué te he hecho venir aquí.

No solíamos utilizar aquella sala para nada que no fuese la celebración de las reuniones mensuales de control, por lo que, normalmente, siempre estaba vacía.

»—Como sabrás, esta sala y tu despacho son los únicos lugares en los que no hay cámaras de seguridad. —Su afirmación me hizo fruncir el ceño. Era cierto, ninguna de las dos estancias estaba equipada con servicio de videovigilancia—. Por eso estamos aquí.

Karen me indicó que tomase asiento con un gesto de mano. Rodeé la enorme mesa oval de roble para ocupar mi sitio en la cabecera, donde me dejé caer con poca elegancia, debido a las agujetas causadas por mis —nefastos— entrenamientos con los dioses. Coloqué la carpeta que John me había dado al llegar sobre la tapa del mueble, justo al lado de otra que aguardaba por ser leída.

—¿Qué ocurre, Karen? —inquirí cuando tomó asiento a mi derecha—. Me estás asustando.

Tras una inspiración profunda, comenzó a hablar:

—Como sabrás, hace unos días procedimos a la administración de la primera dosis de la vacuna a los pacientes del ensayo. En la carpeta encontrarás los análisis que se realizaron de manera previa a la administración del fármaco —informó. Entendí sus palabras como una invitación a leer el contenido, por lo que no dudé en abrirla para estudiar los parámetros con interés—. En la página siguiente están los resultados de la analítica realizada horas después, donde se aprecia la existencia de material genético vírico en la sangre. —Aquello era buena señal, pues significaba que la vacuna estaba actuando correctamente. Pasé de página con un movimiento rápido de mano, ansiosa por saber más—. Y, finalmente, los resultados de la última prueba nos permiten apreciar la unión entre sus anticuerpos y los antígenos para la generación de memoria inmunitaria. Hasta ahí todo bien.

É R I D E [PÓLEMOS #1] | TERMINADATempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang