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Tiempo atrás . . . Hyunjin llegó al trono del emperador. Llevaba cuatro lunas sin alas, y en la cuarta noche tuvo un sueño que estaba a punto de cambiar todo. El sueño que toda hada del clan Esor siempre anheló poseer, se adueñó de la noche de Hyunjin, el cual tuvo el deber de contárselo a Minho.

— ¿Cuatro humanos de esa tribu? — cuestionó el emperador unos segundos después de que el pelirrojo terminara de relatar lo que recordaba.

— Así es, majestad. — indicó el menor. No estaba dispuesto a contarle el miedo que sintió cuando esas imágenes pasaron por su mente, y que despertó llorando cuando vio a ese desconocido humano de cabello oscuro. — El fuego, el lazo, el arco y la espada. Eso es lo que vi.

— Cuatro . . . — meditó el de cabello lila mientras pasaba su dedo índice sobre su labio inferior. — Tal y como dice la profecía del libro de hadas.

— ¿Deberíamos atacar su aldea entera, majestad?

— No. — respondió Minho al instante. Esa no podría ser una opción, porque Hanji fue de la tribu Osiarap, y si había reencarnado habría una gran posibilidad de que fuera un humano de esa tribu. No podía arriesgarse a perderlo otra vez, y sin siquiera saber si había vuelto. — Sólo debes traerlos. Nada de matanzas. Sólo necesitamos a esos cuatro humanos. Encuentra la manera de atraerlos. Debes de empezar a vigilarlos de cerca, ¿de acuerdo?

Hyunjin asintió con decisión.

— ¿Se hará correr la voz sobre esto, majestad? — preguntó entonces con solemnidad. Todo el mundo debía saber que el sueño de la profecía había llegado con él.

— Por supuesto. — aceptó Minho, humedeció sus labios de tonalidad lila y miró a su alrededor, a las hadas que habían estado oyendo su conversación, y entonces agregó en voz más alta — Haz que todo el mundo se entere de que pronto su emperador logrará traer de vuelta la eternidad a las hadas.

Felix y Chan habían recorrido todo el palacio, sólo que sin saberlo lo habían hecho por el lado contrario a Jeongin, por lo que no pudieron encontrarlo, pero sí vieron entre sorprendidos y asustados el rastro de fuego correr por todas partes

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Felix y Chan habían recorrido todo el palacio, sólo que sin saberlo lo habían hecho por el lado contrario a Jeongin, por lo que no pudieron encontrarlo, pero sí vieron entre sorprendidos y asustados el rastro de fuego correr por todas partes. Minutos antes habían salido, habían preparado una carroza junto con un caballo mientras eran bañados por la lluvia, para luego ocultarlo en la parte trasera del pabellón Oiril. Una vez listos volvieron a ingresar en busca de Jisung.

— ¡Debemos separarnos! ¡Así jamás vamos a encontrar a los demás! — exclamó el hada, por lo que Chan detuvo su paso en medio del pasillo y lo miró con aire escéptico. — Era sólo una idea.

— Puede que seas un ser mágico, pero yo — colocó su mano sobre su hombro y le sonrió — soy mayor que tú. Mi deber como guardián de tribu es protegerte.

— Pero yo ya no soy de la tribu Osiarap.

— Eso no hará que deje de ser tu guardián, Felixie. — le dijo con cariño, a lo que el rubio le correspondió la sonrisa.

Con cariño, una flor del bosque | SKZWhere stories live. Discover now