Tienen prohibido acercarse al campo abierto, tienen prohibido tocar los lirios, tienen prohibido subir las escaleras, pero todo esto lo hacen juntos, porque juntos están dispuestos a arriesgar su vida con tal de encontrar a sus amigos desaparecidos...
El menor soltó un bufido tras escucharlo, para después dirigirse a la salida de la cueva, pese a que era consciente de que no podría salir de ahí por la cascada y por las ninfas; en ese momento Hyunjin se apresuró en detenerlo, sujetó su muñeca y buscó su mirada desconcertado.
— ¡Sueltame!
— No estás entendiendo-
— ¿¡Te estás divirtiendo!? — exclamó enojado, se zafó de su agarre y lo enfrentó irascible. — ¿Crees que es gracioso?
— ¿Por qué creería eso? — interrogó él indignado. — Sé lo que un beso significa para ti, pero debes escucharme.
— ¿Para qué? No me estás ayudando. Sólo parece que te estás burlando de mí. — dio un paso en su dirección, acercándose peligrosamente a su rostro. Hyunjin no retrocedió. — Sé que soy humano, que quizá no estoy enterado de muchas cosas, que no he vivido tanto como tú, pero estoy existiendo, tengo una vida . . . Y no tienes derecho a tomarla como un juego, no tienes derecho a tratarme como si no tuviera valor. Tal vez para ti soy un humano más de muchos, pero es la única vida que tengo, y amo a personas y las quiero proteger. Si no me ayudarás en eso, yo-
— Puedo — aseguró, tomó sus manos con delicadeza, y sin quitarle la mirada de encima agregó — Puedo ayudarte, pero tú también debes ayudarme a mí.
— ¿Puedes ser claro al menos una vez?
— Por supuesto, yo . . . te contaré todo. — tomó la gran decisión, una decisión que daría inicio al plan. — Siéntate conmigo. Sabrás todo — "casi todo" — desde el comienzo.
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Las hadas sabían trabajar en equipo, o al menos eso notaba de su clan Anipse.
Changbin observó cómo colocaban a un Chan medio inconsciente sobre una mesa cubierta de pieles peludas, siempre boca abajo para que no apoyara su cuerpo entero sobre su espalda, eso ayudaría a la cicatrización de sus heridas. Y en cuanto estuvo todo listo, y Lia cubrió esas marcas en la ancha espalda con un remedio casero hecho por ella misma, se retiró y los dejó solos a pedido de él, y aunque al principio dudó de que fuera buena idea, Bin le dijo:
— Nuestro emperador me ordenó a persuadirlo. — al parecer eso fue suficiente para que cerraran las puertas y no dejaran entrar a nadie más. La sola mención del más alto monarca se sentía más como una advertencia.
Changbin se encaminó hacia la camilla, se aseguró de que Chan estuviera al menos un poco despierto para poder tener una charla decente con él, pero notó que se estaba quedando dormido.
— Oye, oye, oye — le susurró para no asustarlo en medio de su estado. Nunca lo había visto tan relajado, como si hubiera olvidado que tenía un hermano, o que habían hadas a su alrededor desde que se desmayó, o que había estado a punto de morir. Ya no había nada de él por ninguna parte y eso le generó terror. — Chan, Chan — lo llamó, removió ligeramente su hombro y acercó su rostro al ajeno. — Chan . . . Jeongin te necesita. Jeongin, Seungmin, Felix y Jisung te necesitan. Debes despertar. Debes despertar ya.
