ꕥ 🅧︎🅘︎🅥︎ ꕥ

519 108 36
                                    

Nadie pudo predecir lo que el mayor haría, fue cuando Jeongin lo tuvo encima que se dio cuenta de la intención de su hermano, la intención que tuvo de protegerlo de aquel golpe mortal que se estrelló contra su espalda en cuanto jaló del hombro del menor y se abalanzó sobre él, sirviendo de barrera, una que evitó que Jeongin saliera herido, pero que al mismo tiempo le hizo sangrar y soltar un grito desgarrador lleno de dolor.

Seungmin tuvo el impulso de levantarse y cuidar de ellos, pero pronto un par de guardias lo tomaron con fuerza y lo obligaron a colocarse boca abajo en el piso. Jisung observó a sus amigos, a Jeongin abrazando a Chan mientras lloraba, porque su hermano se había desmayado, a Seungmin forcejeando, gritando que los soltaran, que los dejaran en paz de una vez por todas. El pasado, ellos querían su pasado de vuelta, pese a que ahora sabían que era falso, pese a que ahora sabían que uno de ellos no había sido sincero, pese a que uno de ellos nunca fue humano, Jisung deseaba retroceder en el tiempo y ser feliz en medio de su ignorancia, de su inocencia; él deseaba ser un niño que vivía en su propio mundo, uno que no era corrompido por el mundo adulto, por el mundo real.

— ¡Emperador del mundo feérico! — exclamó Jisung con todas sus fuerzas, por lo que su voz volvió como eco hasta sus propios oídos. Apenas su mirada se encontró con la de Minho, decidió pararse, y cuando un par de guardias se acercaron para hacerle lo mismo que a Seungmin, el monarca les hizo una seña con la mano para que volvieran a sus lugares. — Cure a mi amigo, por favor . . . — se tragó cualquier tipo de orgullo que pudo cargar encima y se lo pidió casi como un ruego. Incluso el emperador notó esos ojos cristalinos, como ventanas de vidrio frágil que en cualquier momento se podrían venir abajo. — Ya no les haga daño . . . No sé por qué hizo lo que hizo, pero no lo vuelva a hacer, por favor . . . Se lo suplico.

Minho ladeó su cabeza sin dejar de observarlo. Lo recorrió con la mirada, esa postura, ese mentón bajo y sin esa fortaleza para mirarlo directamente. Todos esos detalles le hicieron guardar su lazo y suspirar, desviando su vista del menor. Llevó sus manos a la cintura y pensó un poco al respecto, luego miró el cuerpo de Chan, escuchó el llanto de Jeongin que intentaba calmarse, vio esa salpicadura de sangre en el piso blanco y pulido, por lo que en cuanto Hyunjin regresó e ingresó al salón junto con Felix por la puerta que estaba cerca al trono, Min alzó su mano derecha, solicitando su presencia.

— Haz que Felix se lo lleve con ayuda de tus hadas. Que ordenen curar sus heridas y dejarlo como nuevo antes de la ceremonia. — dicho esto, el pelirrojo realizó una reverencia y se retiró de su lado, no sin antes ver cómo un guardia volvía a posicionar a Seungmin de rodillas en su lugar. ¿Por qué lo habían tratado de la otra forma en un principio? No estaba seguro.

En cuanto Felix recibió la orden, asintió de inmediato y se apresuró en ir por Chan. Fue él mismo quien lo revisó, quien sujetó su rostro con tristeza y lo observó detenidamente, para después asegurarle en un susurro a Jeongin que estaría bien porque él lo iba a cuidar. Miró por último de soslayo a Seungmin y luego a la persona que amaba, y terminó desviando la mirada angustiado.

Cuando se llevaron a Chan, Felix también tuvo que irse del lugar, así que nuevamente quedaron esas hadas a solas con los humanos, esta vez sólo con tres. Jisung volvió a arrodillarse y bajó la cabeza atemorizado, porque algo le decía que no sería la primera vez que lo vería actuar de esa forma tan cruel, tan inhumana.

— Tengo entendido que ciertas situaciones que se puedan dar aquí les va a afectar de sobremanera . . . Después de todo, verán a su raza sufrir. — comentó Minho, observó el piso manchado de sangre y mostró una mueca asqueada. — Me verán como el malo. Me han maldecido más veces de las que pueden imaginar, hasta que llegué a un punto en donde ya no soporto que los humanos me hablen. Si son inteligentes entenderán que no están en su mundo simple, aquí no se rigen las mismas reglas que allá, no se piensa de la misma manera que allá, no se respeta lo mismo ni se cree en lo mismo. Necesito hacer cosas, por mi raza, por mi imperio . . . Por mí. — guió su vista hasta Jeongin, el niño que aún lloraba pero en silencio, enojado por no ser capaz de hacer nada, por no haber sido capaz de dar cara por su hermano, por más que le partiera el corazón lo que le pasó. — Sí tuve la intención de matarte — le confesó al menor. — pero quizá ese no sea tu destino aún. No soy quién para insistir, así que pueden largarse por ahora.

Con cariño, una flor del bosque | SKZWhere stories live. Discover now