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La complejidad de
vencer al enemigo.

—Mata o secuestra cada seis años —explicaba Liam, serio mirando la noticia una y otra vez—. Al parecer siempre usa el mismo ritual, es decir que este año no tendría que haber atacado porque ya atacó en 2022 y la próxima fecha sería en 2028, pero lamentablemente sospechamos que sí lo hizo; entonces... lo más probable es que haya sucedido algo que lo haya obligado a hacerlo, o quizás solo rompió la cadena de asesinatos o todo fue pura coincidencia y estamos delirando.

Alex lo miraba con terror. Y puedo jurar que no o se le salía la mandíbula del lugar porque era físicamente imposible.

—Siempre son mujeres —solté de repente— y siempre sucede en este bosque desde el... ¿2016?

Alex me miró, sorprendido.

—Esa fecha... —Liam se lamió los labios— es la fecha de inauguración del bosque.

La tensión se sentía en el salón más que nunca. Mis músculos se contrajeron y no tengo dudas de que los de los chicos también lo hicieron.

—Eso significa que sucede desde que el bosque está abierto a la gente —me levanté de la mesa en la que estaba sentada y tomé una escoba como bastón para no desmayarme—. El punto está en el tipo de gente que podía entrar y puede entrar actualmente a este bosque.

—Yo —pronunció el pelinegro de repente, aunque a los segundos se mordió la lengua y se corrigió—: Yo vengo a este bosque desde muy pequeño.

Tragué grueso.

—Con qué abierto a todo el público... —murmuró Alex, nervioso.

—Nunca me gustó venir al bosque —confesó él por lo bajo— ni tomar fotografías.

—Exclamó el chico que está en el bosque por culpa de un curso de fotografía.

Liam frunció el ceño.

—Supongo que son como mis vacaciones —se limitó a decir—. Una vez que te acostumbras a ir a un lugar  específico en una cantidad determinada de días al año ya se vuelve una parte de ti, y si no vas te causa nostalgia. O al menos eso me pasa a mí.

—Te entiendo —toqué su hombro y él se sobresaltó al instante al sentir el tacto—. ¿Y a qué se debe tu odio por tomar fotografías?

—Lo mismo me pregunto yo —agregó Alex, indignado, haciendo muecas de asco.

El pelinegro cruzó sus brazos.

—Mi padre estaba obsesionado con ellas —contestó él con mala gana— y me quería pegar esa puta obsesión a mí.

—¿Estaba? —me atreví a preguntar—. ¿Él está...?

Los ojos de Liam se tornaron más cristalinos que de costumbre.

Me detuve al notar que los nudillos de la mano de su mano casi crujían de como los estaba apretando. Entonces, opté por juntar mis labios en dos líneas perpendiculares y en quedarme quieta. Sin decir nada. En puro silencio.

—Voy a tomar aire fresco.

Él bajó su cabeza, se encaminó a la salida del comedor mirando el suelo y cerró la puerta de un golpe.

Efecto Mariposa ©Where stories live. Discover now