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A veces es mejor cerrar los ojos y no ver nada, otras veces no te queda otra opción que abrirlos.

Tenía temor.

En el cielo revoloteaban varios cuervos haciendo sus particulares ruidos, luego descendieron y se quedaron junto al arbusto en el cual había una persona que no se había dado cuenta de nuestra presencia por el momento.

Me encontraba pegada a la espalda de ella concentrándome en dejar de temblar. De una forma veloz arranqué una pequeña rama del árbol más cercano y pensé en todas esas series en las que miles de protagonistas morían haciendo eso, porque en el momento lo vi útil pero luego de que Kate me miró con mala cara y troceo mi rama diciendo que no serviría, la arrojé hacia los cuervos causando que esos revoloteen aún más fuerte y me den más miedo del que ya tenía.

Sin entender absolutamente nada me fíe de la chica y dejé que ella avance, parecía saber lo que estaba haciendo. «Uno, dos, tres, uno dos, tre...» Contaba intentando coordinar los pasos de Kate. No me había dado cuenta de que lo estaba diciendo en voz alta. Ella se dio vuelta al instante, volteo sus ojos, susurró un «shh» y me hizo una señal de que iba a aventarse al arbusto. La miré con cara de "estás loca" y ella me respondió con cara de "ambas lo estamos así que ayuda". Y pues era verdad, para qué mentir. Entonces sin pensarlo saltamos. Si, eso hicimos. Saltamos al arbusto sin saber si eso nos dejaría en peor situación que antes.

Cuando en mi cabeza ya tenía más de veinte ramas entrelazadas y cuarenta hojas adheridas entendí que quizás no era la mejor forma de pillar a la persona que estaba allí. Ladeando mi cabeza y saliendo del arbusto la vi a Kate con uno de los vidrios de sus lentes destrozados y nuevamente entendí que eso ya no era gracioso. Y por último, bajando mi mirada hacia mi mano entendí que simplemente eran dos zapatillas que estaban debajo del arbusto y que no era una persona. Ja.

—¿Ahora también las ramas hacen bien a la piel? —dijo Liam entre risas apareciendo detrás de un árbol en la peor parte de la escena.

Estaba semidesnudo con su cabello negro humedecido, la parte de su torso estaba descubierta y permitía ver varios de sus tatuajes. A decir verdades no entendí ninguno de ellos, eran abstractos pero bonitos y entrelazados al mismo tiempo. Eran todo un enredo dentro de su cuerpo delgado pero bien proporcionado y marcado por donde se lo mire.

Liam se encontraba en total tranquilidad, sin tensiones, sin preocupación, sin nada. Apoyó la mano en el árbol que tenía cerca y dejó que todo su peso cayera sobre él. Kate al ver el gesto se arregló sus lentes nerviosa y sonrió, simpática, yo me limité a quitar la última rama de mi cabello enredado, lanzarla hacia él y mirarlo con mala cara.

—Eres un idiota —escupí acercándome a él con furia. Kate me cogió del brazo de un tirón y me lanzó hacia ella para que no avanzara.

—¿Por qué tanta agresividad, Jade? —soltó sin más, haciendo muecas totalmente provocativas.

Ese simple «Jade» que pronunció de una forma tan... grave y ronca e hizo que varias mariposas bailen en mi estomago, pero no, no eran de las verdes ni azules bonitas, ¿vieron las negras, feas y horripilantes que causaban terror y náuseas? Bueno esas.

—No lo sé, Liam —aclaré mi garganta y bajé la mirada a sus pies, sí, a sus pies. Estaba descalzo. Y eso armaba todo mi rompecabezas—. Quizás es porque acabo de salir de un puto arbusto lleno de ramas con espinas en cual terminé por culpa de un idiota.

Kate hizo un ademán de colocar una mano en mi boca.

—Ella... no quiso decir eso —cogió mi mano arrastrándome hacia la otra punta—. Ya nos vamos.

Efecto Mariposa ©Where stories live. Discover now