19

45.3K 3.9K 3.7K
                                    

Catarsis.
La cura del habla.

Ambos terminamos sentados en la cama frente a frente, muy exhaustos y con un cojín en nuestros traseros. Mientras que  Liam me miraba de arriba a bajo con cara de asesino serial, sin disimularlo para nada, yo también lo miraba pero, con la gran diferencia de que por dentro, seguía procesando todo lo que acababa de suceder. No lo podía evitar. En mi cerebro solo caían fichas del sótano, la mariposa azul en el escenario y nuestros escapes repletos de adrenalina.

—¿Crees qué vamos a morir? —pregunté de la nada misma luego de volver a pestañar, cortando su silencio.

—Probablemente —contestó, serio.

—Sí, yo también lo creo —murmuré con indiferencia—. Estamos un poquito jodidos nada más.

—Estamos en graves problemas, Jade.

Todos sabíamos que cuando Liam me trataba por mi nombre completo, algo malo estaba o iba a suceder y esa, lamentablemente, no era la excepción.

—Lo sé.

Me quedé pasmada mirando el exterior de la cabaña. Estaba relativamente quieta y normal, pero al mismo tiempo pensando en todo y combatiendo con mis pensamientos de autosabotaje.

—¿Está todo bien, Jade? —Asentí con la cabeza y él volvió a abrir la boca, preocupado—: Es decir, claramente no lo está pero mhm... te noto pensativa y tú por lo general no piensas.

—No puedo quitarme ese sótano de la cabeza —confesé.

—Y tienes tus razones, que un puto sótano se abra literalmente a tus pies no es algo que suele pasar todos los días —argumentó con lógica pura—. Bueno, al menos no a mí. ¿A ti sí?

Negué de la cabeza rápidamente.

—Pero no es en sí el hecho de encontrarnos con el sótano.

—¿Entonces qué?

Varias imágenes del sitio se proyectaron en mi mente como un rollo de fotografías.

—Ese lugar me da malas vibras, Liam.

—Ya, pero piensa con la cabeza un poco, los sótanos nunca suelen dar buenas vibras —me explicó gesticulando mucho con sus manos—. Dentro de ellos las personas solo suelen tirar mierdas de su pasado que no quieren ver más y algún que otro mueble viejo.

—Debes dejar de contradecirme porque terminas sonando muy...

—Inteligente, lo sé —lamió su labio—. Como te decía, es absurda tu postura.

—Mi postura es absurda hasta que te das cuenta de lo siguiente. —Liam me miró, desafiante—: ¿A quién le interesaría tener muebles y cosas que no desea ver en un sótano secreto con una seguridad impecable? Hasta alarma tenía esa cosa.

Liam sonrió, pícaro.

—A veces eres una cosita, inteligente.

Le pegué con el cojín en el medio del rostro.

—Siempre lo soy.

—Ajá sí, ¿y tienes algo más para aportar? —inquirió llevando sus manos detrás de su nuca.

Miré hacia los lados, perseguida.

—Creerás que estoy loca —le susurré.

—Ya lo creo así que me da exactamente lo mismo, habla —dijo con suma normalidad.

Volteé los ojos y abrí mi boca:

—Sospecho que allí esconden cuerpos.

El pelinegro juntó y retuvo mucho aire en su boca para no reírse de mí, aunque al final lo terminó haciendo de todas formas y demasiado fuerte para mi gusto. Diría que hasta se excedió.

Efecto Mariposa ©Where stories live. Discover now