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*Se pide por favor al lector que reproduzca la canción que se encuentra en la portada del capítulo para más placer auditivo y visual cuando Jade mencione el nombre, luego de leer el capítulo pueden leer la letra para entender*

Tal vez solo debo aprender a escuchar o a escucharlo, o ambas.

—Jade, el profesor Miller pidió que miremos un jodido email —masculló por lo bajo pero logré escucharlo—. Habrá una fiesta de bienvenida en la que debes ir obligatoriamente o directamente te expulsarán a la mierda. Era eso. ¿Feliz?

No comprendí en qué momento había robado esa información pero de alguna forma le creí. Tenía lógica. Retrocedí unos pasos y le guiñé un ojo imitando como él lo hacía. 

—Gracias cosita, me acabas de facilitar la forma de no verte nunca más —bromeé haciendo mi voz en un tono más grave.

—¿Irás?

—¿Quieres que vaya?

—Sí. 

Ese "sí" lo pronunció de una forma afirmativa pero al mismo tiempo llena de ironía. Venía de parte de Liam, cualquier cosa dicha por él nunca tenía sentido emocional fuera del sarcasmo.

—Entonces no. Ha sido un placer charlar contigo en esta especie de carrera pero mis pies no dan más y mi respiración menos. 

No dijo nada. Se quedó quieto como si estuviera en pleno Juego del calamar. Lo miré confundida hasta que él regresó al planeta tierra y comenzó a regresar a la cabaña, seco y distante. No dijo ni una palabra en todo el camino y yo terminé haciendo lo mismo. Al fin y al cabo no dormiría con Liam, dormiría en el piso de la cabaña. Sin más.

El pelinegro apenas cruzó el marco de la puerta nuevamente no me dirigió ni una palabra, se limitó a irse al baño, prender la ducha y meterse allí dentro sin más. En lo que Liam estaba duchándose sentí la necesidad de hablar con mi padre, lo extrañaba; luego recordé que no había Wifi en el bosque y que me tocaría gastar los últimos datos que tenía en el móvil. Sin embargo lo hice.

Marqué el número, emocionada.

—¿Hola? —me contestó confundido—. ¿Quién habla?

Suspiré.

—Tu hija favorita.

—De hecho no tengo otra.

—Igual lo sería, ¿no? —bromeé sonriendo al teléfono.

—Claro cariño, ¿qué tal todo? Extrañaba tus llamadas —murmuró cerca del micrófono del celular.

—El campamento es… es especial.

"Especial" una palabra que definitivamente definía al campamento a la perfección, el problema era que no sabía si especial para mal o para bien. Quizás un punto medio.

—Me alegro que así sea —se lo notaba contento— pero si la estuvieras pasando  demasiado bien directamente no pensarías en llamarme, ¿realmente está todo correcto, hija?

—Sí, de hecho estoy haciendo tiempo para ir a una fiesta —mentí.

Liam regresó a la habitación con su pecho desnudo lleno de tatuajes y cubierto por varias gotitas de agua. Su pelo estaba húmero y alrededor de sus caderas había una toalla blanca.

Efecto Mariposa ©Where stories live. Discover now