La cabeza me da vueltas con cada palabra que da. ¿Cómo sabe eso? ¿Por qué dice que mi madre no es mi madre?

- ¿No querías hablar de mentiras? ¡Pues, responde!

Estoy en blanco. Tartamudeo un par de veces y niego inconscientemente. Si Caín sabe es, ¿Qué otras cosas puede saber? Todo mi plan, mi trabajo, mi vida se irían a la basura.

El arma se me resbala y regresa a la alfombra blanca, mientras yo me levanto de encima suyo y me alejo. Caín me imita y camina en mi dirección, obligándome a retroceder para no ser alcanzada.

- Parece que ambos tenemos mucho más en común de lo que pensábamos. – Ríe con amargura.

- Yo no te he mentido.

Intento hacer otro paso más pero mi espalda choca contra una pared. Miro a ambos lados, dando con los objetos sexuales que cuelgan de esta. El rostro de Caín se ve sombrío teñido con las luces rojas de la oficina, similar a una escena de película de terror cuando la protagonista es alcanzada por el asesino.

Me preparo para pelear físicamente, pero me siento débil, derrotada. Pongo ambas manos en posición para defenderme y cuando está a dos pasos de mí intento proporcionarle un puñetazo, pero Caín sabía perfectamente lo que iba a hacer. Me toma de la muñeca y me regresa contra la pared, cuando de repente siento un objeto frío rodear la zona que él antes sostenía. Alzo la mirada.

- ¡Suéltame! – Intento ejercer fuerza sobre la esposa que envuelve mi muñeca, pero esta no cede. Caín me ha esposado con una especie de esposa de cuero y metal que cuelga de la pared, evitando que avance más que dos o tres pasos.

Me encuentro entre la espada y la pared. Caín se acerca a mi rostro y yo intento fundirme con la acolchada pared que tengo detrás.

- Lo haré cuando comiences a hablar.

- O si no, ¿qué? ¿Me pondrás un antifaz de cuero? ¿O una mordaza sadomasoquista? – No sé de donde, pero saco el valor para enfrentarlo. Pienso en mi padre, en Moisés, en nuestro imperio y en lo que debo defender. Mi sangre, mi familia, mi vida. No puedo permitir que todo se vaya por el retrete.

- O seré yo quien te vuele los sesos. – El sonido de la pistola cargándose me paraliza. Siento cañón frío contra mi frente, tal y como hice yo con él hace un par de minutos.

¿Será capaz de ponerme una bala entre ceja y ceja?

- No lo harás. – Finjo valentía.

- Por una vez en tu vida toma decisiones sabias, Edén, y comienza a hablar.

Como una orden, abro mi boca y comienzo a soltar palabra por palabra de una historia que invento. Debería ser considerado un don poder mentir con tanta rapidez.

- Está bien. – Asiento y respiro profundamente. – Mi madre fue asesinada en una emboscada, a manos de la S.W.A.T. Ellos buscaban a un conocido narco de mi barrio y la información que se les dio fue errónea. Entraron a mi casa y... - Hago lo posible para quebrar la voz, bajando la mirada y negando. – allí estaba mi madre. Nos dijeron que murió en el acto, pero todos sabemos que la abandonaron, dejando que la vida se le escapara mientras se desangraba en el suelo, sola.

Las lágrimas ruedan por mis mejillas. El cañón baja de mi frente a mi barbilla, el cual la empuja para alzar mi rostro. La mirada afligida de Caín aun intenta mantener la dureza, pero falla. Mi historia se le ha colado en la piel. Cierro los ojos, evitando verlo más del tiempo necesario, pues su dolor me hará confesar.

- Era pequeña y la historia de una madre enferma era menos sádica que la de la mujer asesinada a manos de la policía. Fui llevada con mi Nana y cuando era mayor me contó toda la verdad, aunque hacía tiempo que sospechaba que la versión que yo conocía no era la verdadera. – Me relamo el labio inferior. – Eso me empujó a ser quien soy, a cazar a los verdaderos villanos y hacer justicia por mi madre. Doy lo mejor de mí para evitar que hallan más madres desangradas mientras que los malos se salen con la suya.

Arder | Versión en españolWhere stories live. Discover now