Cap 2

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Con reachel aquí, será un poco difícil moverme como de costumbre.

-- ¿que talla de ropa eres?

Reachel: mediana, de pantalón soy 10

-- Bien, ve a darte un baño, hueles a sangre, sudor y lágrimas; te llevaré algo de ropa en un momento, usa la toalla que está ahí.

Reachel: gracias.

-- arriba, segunda puerta a la izquierda.

La chica me miró aliviada por no tener que preguntar; en este trabajo aprendes a leer los pensamientos de las personas, ya sea presa o depredador, siempre tienes que saber lo que piensan.

Subí a mi habitación y salí al balcón; encendí un cigarrillo y me quedé mirando al cielo, mientras sentía como el agotamiento recorría cada célula de mi piel. Apagué el cigarrillo y fui a buscar ropa vieja que estaba en mi closet, como no encontré un pijama, solo le di ropa que tenia ahí, era algo suelta por que yo suelo usar ropa grande cuando estoy en casa.

-- aquí tienes.

Toqué la puerta y la entre-abrí un poco, lo suficiente para pasar la ropa por la apertura; reachel la tomó y la ingresó con ella, yo solo me dispuse a sentarme y leer un libro recargada en mi cama.

Reachel: ¿es interesante?

Levanté la mirada y ahí estaba ella, con un pijama del doble de su tamaño, y su cabello rubio mojado.

-- Si.

Reachel: El baño ya está disponible.

-- Lo sé.

Puse un separador en el libro, lo dejé en la mesa de noche, y me levanté de la cama.

-- Vuelvo en un momento. No toques nada.

Le dirigí una mirada autoritaria y después solo caminé hacia el baño.
No puedo creer que tan grato puede ser dejar recorrer el agua caliente por tu cuerpo, tus músculos se relajan a tal punto que sientes que caerás rendida justo en ese momento; terminé de enjuagarme, cerré el grifo del agua, y justo cuando iba a secarme me di cuenta que la toalla se la llevó reachel, pues como vivo sola, solo tengo esa.

-- ¡Niña, pasame la toalla!

Grité desde el baño esperando respuesta.

Reachel: ¡voy!

Gritó de vuelta.
Poco después, tocó la puerta y entró.

Reachel: aquí traigo la toa... Lla...

Se me quedó mirandome como si jamás hubiera visto el cuerpo de una mujer en la vida.

-- ey niña, ¿qué miras?

Reachel reaccionó enseguida y me aventó la toalla a la cara.

Reachel: ¡lo siento!

Dijo gritando mientras se marchaba. Que chica tan rara. Un momento después, ya estaba fuera con el pelo seco y un pijama cómodo.

Caminé hacia mi habitación y vi a reachel recostada en un lado de mi cama... De nuestra cama ahora.. Supongo. Me acosté a un lado de ella, me cobijé y relajé mi cuerpo para acomodarme y poder dormir.

Reachel: ¿no te duelen?

-- ¿que cosa?

Al parecer la niña estaba despierta.

Reachel: las cicatrices.

¡Oh! Así que eso es lo que estaba mirando.

-- No, ya no.

Reachel: ¿como te las hiciste?

-- para empezar, no me las hice, me las hicieron, y para terminar, no es asunto tuyo.

Reachel: lo siento.

Dijo con voz suave, a lo que suspiré.

-- la mayoría fueron en entrenamientos, o en mis inicios como mercenaria; algunas otras son heridas de balas o navajas que me hicieron al pelear o que algún trato saliera mal.

Reachel: ¿y las de la espalda?

Esta chica como fruta del preguntón ¿o qué?

-- esas me las hizo mi padre cuando era pequeña.

Reachel: ¿duelen?

-- solo el recuerdo.

Reachel: a las personas que maltratan a sus hijos, que violan niños, que asesinas y maltratan, no se les puede considerar humanos.

-- Te equivocas niña. Esa es la esencia más pura de los humanos, aquellos que hacen esos actos terribles para la humanidad, dejan ver lo asquerosa y repulsiva que es el alma humana, aquellos que violan, matan y abusan, son las personas que más humanas son entre todos los demás.

La niña se quedó en silencio y sólo escuché un par de suspiros.

-- ahora buenas noches.

Me acomodé y simplemente al cerrar los ojos, caí profundamente dormida.

J.W.

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