Confuso

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— ¿Por qué no crees en las casualidades?

Su voz se escuchó en aquel silencio, me giré a mirarlo, encontrándome con su perfil. Estaba mirando al cielo. Incluso con la poca luz que había al rededor de nosotros, podía ver que se encontraba con el ceño fruncido, parecía estar, ¿preocupado?

Dirigí mi mirada al cielo, ¿en realidad creía en ellas? Ni siquiera era consiente de ello, nunca me había parado a pensar en eso.
Pero si existían, posiblemente el que él apareciera en mis sueños solo había sido una casualidad y podía desaparecer en cualquier instante; eso pasa con las casualidades, duran un instante porque eso son, eventos que por suerte ocurren. Y en ese caso, no quería creer en las casualidades, era mejor pensar que todo ocurría por algo.

Me giré a mirarlo sin saber la respuesta, seguía sin mirarme, parecía estar perdido en sus propios pensamientos, viéndolo así, no tuve más dudas, simplemente no quería que él fuera una casualidad, debió pasar por algo.

—No es que no crea en ellas, sé que existen, pero en este caso prefiero creer en el destino, que las cosas pasan por algo.— mi voz se escuchó ajena a mí, provocando que la mirada de Fran por fin recayera en mí con el ceño fruncido; incluso a mí me pareció extraño el escucharme.

—Entonces nosotros nos conocimos por algo en específico.

Un atisbo de sonrisa se formó en su rostro al decirlo, el cual inmediatamente se borró al ver que hacía un gesto negativo con la cabeza.

No nos conocíamos, físicamente, si, pero de otra manera no. ¡Solo sabía que se llamaba Francisco!

Y que es atractivo.

Lo cual en general no ayuda mucho.

—No pienso que se podría llamar conocer.

Cerró los ojos, y una pequeña risa ronca escapo de sus labios.

—Entonces vamos a conocernos estrellita.— sus ojos encontraron los míos esperando una respuesta, y asentí; aún era incapaz de decir algo coherente con sus ojos centrados en mí.

¿Qué le daban de comer a este chico de niño? Quería comer lo mismo en verdad.

¿Acaso sus padres hicieron un pacto con el diablo?

¡A lo mejor por eso se llama así!

O solo le gustaba a sus padres.

Una sola pregunta vino a mi mente.

—¿Por qué te llamas Francisco?

Me miro confuso, pero venga, ¿quién no lo haría? Acababa de insinuar de alguna manera que su nombre era extraño.

Y no lo era, solo que me parecía curioso.

—¿Por qué te llamas Melody?.—Una sonrisa bobalicona se formó en su rostro.

—A mamá le gustaba la música.

—Es el nombre de mi padre.— se encogió de hombros.— Supongo siempre que no saben que nombre poner hacen eso.

Asentí, tenía razón, era lo más lógico, yo también lo haría.

Aunque se me ocurrían algunos nombres originales que podría ponerle a mis posibles inexistentes hijos.

Probablemente como constelaciones o... ¡canciones!

Sería de lo mejor y no sufrirían bullying o algo así.

A todo esto, ¿cómo llegue aquí? Ni siquiera estaba segura, además, ¿por qué terminamos aquí?

Me senté en la arena, extrañaba un poco la roca, pero era agradable estar más cerca del mar.

Fran se puso de pie, y comenzó a quitarse la camisa.

¿Por qué de pronto parecía que todo estaba en cámara lenta?

¡Qué demonios estaba ocurriendo!

¿Debería cubrirme los ojos?

¡¿Y perder la vista?! Estás idiota.

¿Soy yo o hace calor?

Oh si, bendito calor y bendita vista.

Intente desviar mi mirada a otro lugar, pero nada era interesante.

No más que el seguro.

Sin que pudiera evitarlo, mis ojos recorrieron su abdomen, estaba ligeramente marcado.

Eso no es ligeramente querida.

Bien, había que ser realistas, estaba buenísimo; incluso una piedra querría tirárselo.

Se giró a ver el mar, dándome un precioso primer plano de su espalda.

Este hombre me iba a matar, casi podía imaginarlo girarse con una sonrisa arrogante en su rostro al verme observar o más bien dijo admirar su cuerpo, pero ahora, ni siquiera me importaba.

Mis ojos recorrieron con descaro su cuerpo completo, reteniéndose más de lo debido en su espalda baja.

Su culo.

Shhh.

No puedes ocultarlo, ¡soy tu conciencia, sabemos lo mismo!

Bien, miraba su culo, pero es que ni siquiera podía evitarlo.

Mis ojos subieron a su espalda por fin.

Su espalda era ancha y un tatuaje se extendía en su cadera. Más a la distancia que estaba, no alcanzaba a distinguir.

Antes de poder desviar mi mirada, se giró, causando que mis ojos se encontraran con los suyos, provocando que un escalofrío recorriera mi cuerpo al verle.

Enarcó una ceja divertido, y camino hacia mí.

—Cierra la boca Melody, que se te va a caer la baba—. Murmuro divertido.

Sentí mi rostro arder, inmediatamente cerré la boca.

No iba a intentar negarlo, él sabía que estaba bueno, y que atraía miradas, que se acostumbrara.

Eso cuenta como acoso querida.

—¿Qué estás haciendo?— buen cambio de tema Di, vas bien.

—Entraré al Mar.

Obvio que lo haría, ni modo que se quitara la camisa solo porque sí.

Tampoco me quejaría, pero sería extraño.

—Claro.

Extendió su mano hacia mi divertido.

¿Ahora que?

¿Tendría que chocarlas? Me encogí de hombros y le choqué la mano.

Bufo divertido y volvió a extender su mano.

¿Y este que?

—¿Qué necesitas Fran? ¡No te entiendo!

Llevo su mano a la barbilla con aire pensativo, me miro como si evaluara la situación.

— La verdad, necesito muchas cosas.— su mirada se intensificó, haciéndome tragar saliva ruidosamente.— por ahora, vamos un rato al mar.

No podía moverme, ni sabía si era por el hecho de cómo me seguía mirando, o por la conmoción que causaron sus palabras.

Extendió su mano al ver que no me movía.

Al tomarla un escalofrío me recorrió, y su mano se disolvió entre las mías, abrí los ojos encontrándome en mi habitación, ¿qué demonios?

Mire hacia la mesita de noche, eran las 3 a.m. me pase una mano por el rostro frustrada y me incorporé, necesitaba dormir, quería volver a soñar con él, reencontrarnos en sueños, era un asco esto.

La pantalla de mi celular se iluminó con el nombre del papá de Jess.

¿Qué demonios? Eran raras las veces en las que me marcaba, y algo me decía que no era por algo bueno.

Un nudo se formó en mi garganta, mi corazón se aceleró al contestar.

—¿Melody?.— su voz se escuchaba apagada, de fondo podía escuchar a la mamá de llorando.

—¿Qué ocurrió?.— susurré con hilo de voz.

— Vamos en camino al hospital, Luke pasará por ti.— las lágrimas comenzaron a mojar mis mejillas, asentí a modo de respuesta aún y cuando él no podía verme, me era imposible formular alguna palabra.

Colgué poniéndome de pie, calzando rápidamente unas pantuflas rosas, salí corriendo a la entrada de casa.

No podía dejar de llorar, la presión en mi pecho no parecía disminuir, algo dentro de mí me gritaba que era mi culpa, no estuve al pendiente de ella. Me concentré en mí aún y cuando la vi pasar por un infierno.

Me encerré en mis problemas y la dejé recorrer ese camino sola.
Mire las estrellas con las lágrimas cayendo por mi rostro, lo necesitaba conmigo ahora, lo quería conmigo.

El ruido del motor me alertó, seque mis lágrimas rápidamente y me acerque al Jeep. Luke me abrió, sus ojos estaban hinchados y sus manos se aferraban al volante con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos, su mandíbula estaba apretada. Subí en silencio, mi cuerpo se sentía pesado.

—¿Ella está...?.— cuestioné con miedo a la respuesta, mi mirada seguía en mis manos, jugaba con mis dedos nerviosa.

— No te atrevas ni a pensarlo.

Gire mi mirada hacia la ventana, las calles estaban casi solitarias, en mi mente se repetían imágenes de la sonrisa de Jess, sus mejillas sonrojadas, ella abrazándome, su mirada molesta, ese brillo en sus ojos a punto de hacer alguna travesura, y la culpa me golpeo, no quería que mi última conversación con ella fuera una discusión. No podría soportarlo. Ella debía saber que la quería y que me arrepentía.

A penas detenernos, me bajé corriendo encontrándome con la mamá de Jess llorando mientras su esposo caminaba de un lado a otro. Me acerqué con el pulso acelerado, temiendo lo peor. No sabía bien por lo que pasaba Jess y tampoco le había preguntado estos días por ella, me había olvidado de que me necesitaba.

—¿Qué fue lo que paso?.— la mirada de los dos recayó en mí, la madre de Jess se puso de pie envolviéndome en un abrazo.

— La encontraron afuera de un bar con una herida en la cabeza, también parecía tener una en el abdomen, m-mi niña estuvo sola y nos necesitaba, nadie estuvo para ella.— la abracé más fuerte, intentando no llorar ante la imagen mental de Jess inconsciente en el suelo de su habitación.

Me separé de ella intentando sonreír.

— Jess es fuerte, verá que estará bien.— no creía en mis propias palabras, mas parecía que para la mamá de Jess tenían todo el sentido.

Me senté en la sala de espera, junto a ella, sintiendo mi cuerpo caer en algún vació, no parecía real y deseaba poder salir de él, regresar a mi habitación, que todo fuera un sueño, que ella estuviera bien. Quería ser yo la que estuviera en esa sala de quirófano. Quería haber estado con ella y sostener su mano mientras la encontraban.

No sabía cuanto tiempo había pasado, hasta que una mano tomo la mía, me giré encontrándome a Luke que me miraba triste, parecía sentirse igual que yo. Le di un ligero apretón recostándome en su hombro.

— ¿Dónde estabas?

— Avisando a nuestros padres que estaríamos aquí, y tomando aire, me parece imposible que haya pasado algo así, Di, ¿quién le pudo hacer eso a alguien tan dulce?.— cada palabra que soltaba parecía estar teñida de tristeza y frustración.

Yo tampoco lo entendía, estaba cansada y al mismo tiempo no tenía sueño, tampoco me creía capaz de volver a dormir.

Y aun así cerré los ojos, cayendo en un sueño profundo, con una voz que me susurraba que todo estaba bien.

Al abrir de nuevo los ojos, me encontraba envuelta entre las cobijas de mi cama, mire rápidamente el reloj, eran las 8 a. m. busque mi celular marcando el número de Luke.

—¿Cómo está?.— pregunté, su risa se escuchó del otro lado de la línea.

¿De qué mierda reía?

—¿En tus sueños? O espera, ¿de quién hablamos?

Mi corazón se detuvo, ¿qué estaba pasando?

—Luke, Jessica Dallas, nuestra amiga de toda la vida, estaba internada en el hospital, estábamos hace unas horas ahí, ¿qué demonios te pasa?.— estaba frustrada, no comprendía nada de lo que estaba pasando.

—Di, ella está conmigo, vamos en camino por ti para ir a clases, ¿de qué hablas?, ¿qué hospital?

—Pásamela.—pedí.

Podía imaginar la confusión en el rostro de Luke, e incluso en la mía, no comprendía nada, ¿había sido un sueño?

—¿Qué pasa Di? ¿estás bien? Si te sientes mal podemos faltar a clases.— su voz se escuchaba dulce y fue como un respiro para mi corazón.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, sonreí al escucharla.

—Estás viva.— susurré conmocionada.

Su risa alegre se escuchó del otro lado de la línea.

—¿Acaso preferías que estuviera muerta Melody?

—Nunca.

—¿Iremos a clases?.— Luke preguntó.

—No, buscaremos al idiota con el que sueño.— asumía que Jess me había puesto en alta voz.

—Suena a aventura.

—Y una prohibida, la tía Marta claramente menciono que no debías buscarlo Melody, deja de alentarla Dallas.

Rodé los ojos aún y cuando no podían verme.

Siempre era lo mismo, estaba feliz de que fuera solo un sueño, no entendía como es que se mezclaron así. No comprendía nada en lo absoluto.

 

-°-


¡Hey!


¿Cómo están estrellitas?

Yo no muy bien, esta semana no fue muy buena, prometí actualización, pero pase por unos problemas personales y también un capítulo se me borro, intente recuperarlo, pero no pude, pido perdón por tardar tanto:((


No fue una buena semana, de igual forma, espero tener el capitulo listo para mañana o el fin de semana, eso si, de esta semana no pasa.

Se los compensaré, lo prometo.

Les mando un beso.

¿Qué les pareció?

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Los quiero.

Anne.




Te veo en mis...¿sueños?Where stories live. Discover now