Mi cabeza me empuja a callarlo, negar todo y salir de allí, pero mi corazón le permite continuar, porque no se puede huir de la verdad.

- Ambos sabemos que nos necesitamos, aún más de lo que creemos. Y cuando no estamos juntos destruyendo al mundo, el mundo nos destruye para volvernos a juntar.

Tres pasos hace para pararse delante mí, rozando imperceptiblemente nuestros cuerpos. Como dos imanes, su mano derecha caza la mía y la posa sobre su corazón, dejando que su piel ardiente se funda con mi piel. Bajo mis dedos vibra el latir de su corazón, acelerado. Desesperado.

- Mi corazón no puede ser destruido, Edén. No otra vez. – Mis ojos viajan por el dolor de sus ojos, lo hinchado de sus labios y lo férvido de su pecho. – No dejes que pase.

- Caín... - Suelto su nombre en un suspiro.

- Quédate conmigo. Destruyamos el mundo juntos.

Su voz ronca parece someterme en un estado hipnótico, más lo que su mera presencia provoca en mí, acabo asintiendo un par de veces de forma inconsciente. ¿Cómo puede un alma tan vacía y rota tener tanto poder sobre mí? ¿Estaremos hechos de lo mismo?

- No volverán a destruirnos. – Pronuncio.

Caín se inclina, aun con mi mano presa de su mano sobre su corazón, y deposita un beso en mis labios. Suave pero no tierno, pues sus labios nunca pierden ese sabor a veneno que me mata lentamente.

- No volverán a destruirnos. – Repite sobre mi boca.

Una sonrisa tímida se dibuja en mis labios.

- Será mejor que asistamos a esa junta, me urge ver la cara del teniente cuando sepa que ambos escuchamos su mensaje. – Bromeo.

- No creo necesario decir esto, pero Ross no tiene la polla más grande que yo. – Me guiña un ojo y yo aprovecho mi mano sobre su pecho para empujarlo juguetonamente.

- No me basta con su palabra, almirante. – Lo rodeo con pasos lentos y comienzo a retroceder en dirección a la puerta. – Tal vez deba comprobarlo por mí misma.

El alardeo abandona su rostro para poner una mala cara, la cual, en otro momento, me hubiese helado la sangre. Tomo ese cambio de actitud y sus pasos cual depredador hacia mí como la señal para voltearme y correr hacia la salida. Soy libre del animal al que invoqué con mi juego cuando la puerta se cierra detrás de mí, dejándolo del otro lado. Aun así, lo oigo gritar mientras me encamino al ascensor.

- ¡Estás jugando con fuego, Sánchez!

Reprimo una risa. El ascensor pita y las puertas se cierra cuando presiono el botón que me llevará al piso donde están las oficinas y salas. Mi reflejo me enfrenta sobre lo brillante de las plateadas compuertas, devolviéndome una mirada de advertencia que no creo tener. Un golpe de realidad me hace retroceder un paso.

Tanto tiempo jugando a tener el poder, sometiendo a Caín y Raziel bajo mis trucos, convenciéndome a mí misma de que todo lo que hago es parte de mi trabajo cuando, poco a poco, he caído en mis propios trucos. Estoy en un punto muerto donde no puedo distinguir qué es real y qué no, siendo presa ciega de mis sentimientos. Los cuales no son muy razonables.

Así y ahora, mirando a la imagen distorsionada de una Edén radiante, excitada y con aires de poderío es cuando pierdo cualquier capacidad de disfrazar la realidad y mentirme a mí misma, pues no puedo maquillar lo que me pasa. Caín pasa. Por un momento desconozco ese hormigueo en el pecho que se forma cuando estás a su lado, o la sonrisa boba que no puedes contener al oírlo reír. Conviertes su fragancia en tu aroma favorito y su tacto en la octava maravilla. Te meces en una red compuesta con detalles minúsculos que solo tu pareces notar y te tienen a su merced.

Arder | Versión en españolWhere stories live. Discover now