Capítulo 16. Hijo de Bestias

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Cuando tuvieron el carro preparado, Bastian y Garmon cogieron las herramientas necesarias y salieron juntos camino de los campos. Pronto se pusieron a faenar. Trabajaron severamente durante todo el día, a pesar de que el muchacho, aunque no lo pareciera, mantenía la mente en otro lugar. Estaba molesto con Amanieu, por alguna razón que aún desconocía la anciana lo había estado utilizando. No estaba dispuesto a admitir a bote pronto que fuera realmente un Kalagar. Pero ¿sería cierto todo aquello que le había contado la anciana? Todavía tenía sus dudas.

Era innegable que a lo largo de su vida le habían ocurrido cosas extrañas, cosas a las que no daba crédito porque era incapaz de razonar cómo habían sucedido. Quizás su error había sido nunca darle importancia. Su mechón plateado y la forma de sus orejas eran especiales, pero nadie le había dicho nada al respecto hasta el momento. Extrañas coincidencias como el festón que llevaba atado al cuello, la actuación de Albert o la pérdida de la caja que portaba no hacían más que incrementar sus dudas al respecto, por no hablar del excéntrico Arcanista que le había lanzado aquella premonición incoherente.

Todo era muy extraño. No sabía qué pensar, y no poder contarle aquello a nadie ejercía una gran presión en su cabeza. Una parte de sí mismo, no sabía por qué, no quería dudar, y otra estaba muerta de miedo por si aquella historia fuera más que cierta.

Hacía ya varios días que no iba a visitar a la mujer y en verdad deseaba no tener que volver a aquella casa nunca más, aunque también sabía que eso sería casi imposible. La curiosidad y las ganas de saber más al final acabarían forzándole. Todavía tenía que aprender mucho de ella, como le había dicho en una ocasión. Muchas preguntas sin respuesta rondaban en su mente y éstas tenían que ser contestadas tarde o temprano.

Lo había estado pensando detenidamente y había llegado a la conclusión de que lo mejor que podía hacer para salir de dudas era hablar con sus padres. Si realmente aquella historia era cierta, debía saber toda la verdad. Y sobre todo, y lo que le parecía más importante, averiguar por qué se lo habían ocultado durante tanto tiempo. Pero, ¿cómo lo haría?, ¿cuál sería la reacción de Garmon y Melianda? ¿Y la suya misma si descubría que era cierto? No estaba seguro. ¿Se enfadarían con él por haberse ausentado varias noches sin su consentimiento? También Meliot y Melowyn se merecían una explicación a tanto tiempo de ausencia y secretismo. Y claro, también estaba su hermana, la cual sospechaba más de lo que realmente quisiera él. Tenía tantas cosas que hacer que no sabía por dónde empezar.

Después de unas horas de arado y siembra, que a Bastian le habían parecido eternas, los campesinos habían decidido hacer un alto, aprovechar para descansar y llevarse algo de comer al estómago.

Bastian todavía no había tomado una decisión. ¿Sería capaz de iniciar aquella conversación con su padre?

—Vamos, hijo, ven aquí y comamos un poco. Mamá nos ha preparado un tentempié —le propuso su padre.

El chico asintió saliendo de su desconcierto e intentando ocupar su mente en otros menesteres y conversaciones con otros campesinos. A punto estuvo, hasta en dos ocasiones, de intentar una breve conversación con su padre, pero pronto se arrepintió, pues sabía que aquél no era el momento ni el lugar indicado.

Cuando hubieron comido y reposado durante unos pocos minutos volvieron al trabajo, ya que el merino les estaba esperando con la vara en la mano. El merino era el intendente del señor de las tierras. Se encargaba de que todos cumplieran con sus deberes cuando había mucho trabajo que hacer. Cortaban las mieses con la hoz, las unían formando gavillas y las trillaban para separar la cáscara del grano. Más tarde algunos campesinos traían su ganado para que se alimentara de los rastrojos que quedaban en el campo. También las uvas maduras se cosechaban para fabricar vino a comienzos del otoño, pero la primavera aún no había terminado y el verano se colaba entre ambos. Los campesinos pisaban las uvas para extraer el zumo, que dejaban fermentar en las barricas.

Los Tres Reinos. Averyn.Where stories live. Discover now