Capítulo 5.

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Las horas transcurrían. Sentía hambre, sed, soledad y desdicha. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué tanto misterio? ¿Había ocurrido algún acontecimiento que no recordase? ¿Y su pequeña?

- Hola de nuevo — saludó el hombre, que regresando hacia la celda, sacó una llave y abrió el candado que la mantenía atada. La expresión de la mujer se tornó en una sonrisa, reflejo de una esperanza inquietante —Relájese, el doctor Simmons le espera en su despacho.

- ¿Estoy enferma? — preguntó agitada.

- Limítese a andar, no disponemos de demasiado tiempo — Respondió él agarrándola del brazo.

Quedando perpleja, descubrió que el pasillo figurante en su sueño, ese tan funesto y sobrecogedor, resultaba ser real. Allí, ante sus ojos, se encontró cara a cara con parte de su pesadilla. De nuevo esa opresión al encontrarse con la luz del sol... ¿sería su fantasía una especie de premonición? ¡Qué tontería! Pues claro que no.

Atravesando una puerta ubicada al final, halló una consulta con un doctor aposentado en su silla. La miraba fijamente, manifestando una leve sonrisa.

-Es un placer conocerla, señora Bradbury —saludó amistosamente tendiendo su mano.

- Igualmente — contestó esta sin saber cómo reaccionar.

- Verá, sé que probablemente se encuentre incomodada, aturdida... Deseo infundirle naturalidad, pues la situación así lo requiere. Soy psicólogo, llevo desempeñando mi función más de 40 años y permítame confesarle, su caso precisa tiempo. Le mostraré unas fotografías, las cuales enseñan momentos en su vida. ¿Comprende? — La mujer asintió - ¿Recuerda esta en concreto? —Helen la asió asombrada. El doctor la contemplaba expectante -¿Y bien?

-No —negó ella —Mire... ¿Qué es todo esto? ¿Por qué posee esa foto? ¡Déjenme marchar! — exclamó -¿Y mi hija? ¿Dónde la tienen?

- No se preocupe por Juliette... Solo cálmese, por favor. Contribuya — suplicó él al instante en el  que escribía en una ficha datos de la paciente.

-¡Yo estoy cuerda! ¿Por qué tratan de considerarme una loca?

- ¿Así se juzga a sí misma? — inquirió el hombre.

- ¡Por supuesto que no! — Vociferó aporreando la mesa con las palmas de las manos al unísono.

- De mi boca no ha salido una sola palabra que la identifique a usted como a una "loca" — argumentó el doctor cesando de escribir.

- Esto es demasiado insólito— Repuso Helen comenzando a llorar.

- No, no se derrumbe usted —aconsejó el médico.

- Únicamente solicito ver a mi niña... ¿Tan complicado es?

- No, mas debe perseverar. Este lugar no es agradable, lo sé de primera mano. Sin embargo con un poco de paciencia, apreciará su libertad. Sepa que esta sesión será aplazada. Prefiero verla más sosegada, dispuesta a conversar conmigo, no tan alarmada. De esta forma, meramente obtendré resultados negativos —Se puso en pie y tornó su cabeza hacia "T" —Llévatela.

Reemprendiendo el camino hacia el calabozo, mil y una dudas le asaltaban. "No estoy enferma" se repetía una y otra vez, mientras el otro individuo la enrejaba en el punto inicial de su aparición en aquel sitio.

-¡¡No estoy loca!! — gritó la mujer agarrando fuertemente las rejas.


PALABRAS  OLVIDADAS //#PGP2016//Where stories live. Discover now