Capítulo 2.

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¿Dónde estaba? Era su casa. Atónita se quedó al atravesar la puerta abierta del dormitorio de Juliette.

- ¡Felicidades Juliette! - Era el cumpleaños de su pequeña y allí se hallaban ella y su esposo, frente a la cama de la niña con una tarta, 7 velas, un regalo y gorros de cumpleaños. La madre colocó uno de estos últimos a la pequeña, quien entreabriendo los ojos quedó impresionada. Comenzaron a cantar "Cumpleaños feliz" ¿Qué ocurría? ¿Había viajado en el tiempo al pasado?

-Piensa un deseo, hija -sugirió el padre - y sopla las velas - Así hizo ella.

- Tu regalo, mi vida -dijo la madre cediéndole el regalo a Juliette. Esta lo asió y lo abrió.

-¡Gracias! -exclamó muy alegre -¡Qué muñeca más bonita! La pondré en la estantería y la llamaré... ¡Ah ya sé! Sophie.

- ¿Te apetece ir al parque y pasear? Podríamos hacer un picnic y merendar allí - propuso la madre.

-¡Sí! -afirmó Juliette - ¿Y puedo llevar a Sophie con nosotros?

-Claro -repuso el padre.

Contemplando la escena y conteniendo sus lágrimas, comenzó a cavilar acerca su situación familiar y económica. Era una familia acomodada. Él poseía empresas distribuidas por Europa y Asia y ella fue una exitosa actriz, retirada en la actualidad. Una fortuna inmensa es lo que les regalaba la importancia en la sociedad y ambos eran invitados a numerosos actos sociales de prestigio. Conocían de primera mano a cantantes, actores, políticos, escritores, científicos y otros empresarios con caché. Una vida idílica, quizá no tan de ensueño como aparentaba ser. Algunos problemas habían surgido últimamente y la pareja se desestabilizaba. ¿Cuántas noches había transcurrido llorando? ¿Cuántas lágrimas había visto la luna desplazarse por sus mejillas? Cerró los ojos.

Al volver a abrirlos se encontraba en el pasillo de un hospital, conocido para ella. Mirando a su alrededor encontró a su madre sentada en una silla, sujetando un pañuelo, con expresión muy apenada. Escuchando el sonido de unos tacones de aguja golpear contra el suelo fuertemente, giró su cabeza descubriendo una silueta familiar para ella, andando a paso veloz. Instantes después, se presenció a ella misma abrazar fuertemente a su madre. Siendo consciente de la importancia de aquel día en su vida, sintió un vacío muy profundo.

Muy decidida emprendió rumbo hacia la habitación en la que ingresado estaba su padre, al borde de la muerte. Esa muerte que tan "inesperada" como "dolorosa" heriría más que el veneno. Plantándose frente a la puerta, comprobó el número del dormitorio y asió el pomo lentamente. Armándose de valor, lo giró y justo allí lo vio. Percibió a los doctores a su alrededor, aguardando el momento en el que actuar y la pausada, casi imperceptible, respiración de su padre, tendido sobre la cama, extremadamente pálido.

¿Podría hacer algo por evitar su muerte? ¿Alteraría en caso de lograrlo algún elemento del futuro? ¿Recordaba la razón por la que él marchó? Sí, todo fue a causa de un accidente de coche, el mismo que costaría una vida y que salvaría otras tantas.

- Doctor... -nombró. No hubo reacción por parte del mencionado -¡Doctor! -exclamó agitada. ¿Acaso no la oirían? No, eso al menos era lo que se daba a entender. Poniendo su mano sobre el hombro del médico comprobó que tampoco se podía advertir su tacto, con lo cual su presencia allí era del todo inaudible. De repente, el electrocardiógrafo reflejó un pitido continuo, indicando que el corazón de su padre había cesado de latir.

-¡Doctor! ¡Doctor! ¡Le perdemos! - voceó una enfermera.

Ya bastaba, ya había recordado demasiado. Quería marcharse, lejos. Cerró los ojos escuchando lejanamente el sonido de las planchas eléctricas intentando devolver la vida a su padre. De todas formas ya conocía el final.


PALABRAS  OLVIDADAS //#PGP2016//Where stories live. Discover now