✔️Adelanto ¡Secuela!

2.3K 267 97
                                    

.      *

.  °·

.   · ✦

*       ·

* . •   ·

•. ✶

˚ · .   ·

Las risas o mejor dicho, gritos de Tengen resonaron por toda la clínica.

Llevaba al rededor de media hora riendo sin parar por lo qué, todos los presentes le miraban con recelo.

Nadie podía creer que en serio estuviera así ahora mismo.

Estaba calmandose cuando volvió a ver al bebito que traía en brazos.

Automáticamente volvió a estallar en risa.—¡NO PUEDE SER! —Gritó eufórico.

—¿Puedes parar ya? —Habló Kaigaku fastidiado.

—E-es q-que... Es q-que... —Trató de hablar pero su risa contenida se lo impedía.

—Tengen-sama ya deberías dejar que alguien más lo cargue... —Pidió Hinatsuru en tono bajo.

En todo este rato él era el unico que había tenido al niño, desde que el primero en tenerlo en brazos, Genya, lo soltó para ir a tratar de calmarse de la emoción y conmoción que le causaba la inmensa felicidad por la llegada de su primer sobrinito.

—¡TAMPOCO TIENE CEJAS! —Soltó por fin el ojirubi para estallar en una risa infernal.

—Eso es porque está chiquito, luego le van a crecer. —Explicaste.

—Ay sí —Respondió irónico— Mira al otro chiquito por allá. —Señaló con su cabeza hacía la pared donde se encontraba Sanemi recargado mirándole molesto, con el ceño fruncido y sin cejas.

Por decimocuarta vez explotó en carcajadas.

—¡VUELVE A BURLARTE DE MIS CEJAS Y TE LANZO POR LA VENTANA! —Respondió con una vena marcandose en su frente por la rabia contenida.

—Hasta tiene la cara fruncida y amargada. —Continuó Tengen ignorando a Sanemi. —Pero si está bastante bonito, buen trabajo. —Te halagó.

—Ha de ser porque a penas llega al mundo y ya tiene que lidiar con gente idiota como tú. —Volvió a contraatacar el ojilila, caminó hasta Uzui y le arrancó a su hijo de sus brazos, el contrario solo se limitó a limpiarse las lágrimas de risa.

—¡Yo quiero cargarlo! —Exigió Mitsuri con un puchero. —¡Ya espere mucho! ¡Mi turno!

Sonreiste con ternura y le hiciste un gesto con los ojos a Sanemi para que le diera al bebé. Suspiró y volteó los ojos pero, de igual manera te hizo caso.

—¡Ay por Dios! —Exclamó al tenerlo— ¡Pedo mida que coshita tan pechocha! ¡Ñio mio! —Empezó a hablarle al pequeño de la misma forma en que lo hacían las señoras mayores— ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay Dios mío! —Se quejó cuando sintió que sus ojos se cristalizaban por la felicidad— ¡¿Cómo puede ser tan hermoso, tierno y lindo?! ¡NO PUEDO! ¡QUE BELLEZA! ¡LO AMO! —Pegó su mejilla con la del bebesito y la restregó, haciendo que el menor sonriera levemente con los ojos cerrados.

ONEGAI お願い | Sanemi Shinazugawa. Libro #1Where stories live. Discover now