Capitulo 5✔️

6.1K 872 399
                                    

¿Cómo a alguien podía no importarle ese tipo de situaciones?

¿Cómo no podía afectarle? ¿Existía alguien así?

Pues claro que existía y su nombre era Sanemi Shinazugawa, la encarnación perfecta del desinterés y amargura.

"Me intriga él... es tan raro..."

Terminaste de asearte y un poco más calmada te dispusiste a volver, debías tener en mente que las risas seguirían y que por más que quisieras, no podías llorar frente a todos.

"¡Se fuerte!"

Cómo era de esperarse los murmullos y pequeñas risas "disimuladas" se hacían presentes una vez más, lo único que pudiste hacer fue quedarte callada. Sin embargo, no pudiste evitar oír lo que se decía de tí.

Sabías que te afectaría y aún así no querías quedarte con la duda de cómo te veía la gente, sin ser consciente de ello te importaba mucho la opinión ajena, lo cual estaba completamente mal. Tal vez hubiese sido más fácil si Mitsuri hubiera compartido esa clase contigo.

Acabo por fin aquel tortuoso día y te dirigiste camino a casa cabizbaja. Al recordar lo que habías pasado a causa de tu torpeza, no pudiste evitar que unas pequeñas lágrimas se escaparan y recorrieran tus mejillas ruborizadas por hacer memoria de aquello tan vergonzoso.

Una mano posandote en tu hombro te saco de tus pensamientos.

—¿Eh? —Pronunciaste volteandote, encontrándote con nada más y nadie menos que— ¿Shi-Shinazugawa?

Tras ver tu rostro empapado de lágrimas alzó su casi inexistente ceja en señal de confusión.

Al notar aquello rápidamente te limpiaste la cara y trataste de actuar lo más normal que te fuese posible.

—¿Te paso algo? —Indagó.

—¿A-a mi? ah, no, no. No es nada —Trataste de disimular actuando calmada y sonriente.

—Bien, no es necesario que me lo digas después de todo. Quería avisarte que mañana no podremos estudiar juntos, tengo algo que hacer.

—O-oh, sí. No hay problema alguno. —Dijiste para mirarle— Gracias. Hasta luego, Shinazugawa.

—¿Ya te vas a tu casa?

—Aún no, primero pasaré por un lugar cercano ¿Por qué?

—Lo pregunté por si querías que te acompañará.

"Salió caballeroso... ¿Ha de ser porque me ha visto llorando?"

—Bueno, no tengo problema de que me acompañes al lugar que voy, aunque me da un poco de vergüenza...

—¿Vergüenza por qué? —Preguntó confundido.

. . .

Al llegar lo comprendió todo.

—¡DIOS! —Dijiste uniendo tus manos en señal de oración— ¡POR FAVOR DEJA DE ODIARME TANTO! —Palmeaste tus manos al unirlas una y otra vez en señal de plegaria— ¡DEJA DE HACER QUE MI VIDA SEA UN DESASTRE! —Seguías pidiendo en un tono alto y fuerte.

—...

—...

—¿A esto te referías?

—Sí. —comentaste apenada con los ojos cerrados.

—¿Por qué crees que Dios te destesta? Me parece absurdo.

—Por alguna razón cada vez que le pido algo en plegaria, termina siendo todo lo contrario. Acabando todo en un completo desastre para mí. —Explicaste viéndole a los ojos.

—Eso... es aún más absurdo. Las consecuencias de tus actos no es algo que pueda cambiar Dios, si es que existe.

—¡Algo debería poder hacer!

—No creo que haga algo solo porque se lo pi- —No terminó de hablar al ver que habías vuelto a mirar al templó rezando de nuevo.

Solo suspiró, no le quedaba de otra después de todo él le había sugerido acompañarla.

Al salir de allí iniciaron nuevamente una plática.

—Perdón por eso. Has de pensar que soy una lunática...

—Sí, lo creo. —Soltó sin reparo.

—¡¿QUE?! —No esperabas que lo admitiera...

—Tu lo dijiste y yo solo lo afirme. —Se defendió mirando a otro lado.

—L-lo se, ¡Pero no esperaba recibir afirmación de ello de tu parte! Pensé que dirías algo como, "Me da igual, no me importa" —Contestaste imitandole.

El detuvo su paso abruptamente.

"Diosito, creo que la regué... y bien feo."

Te sorprendiste cuando oíste salir de su boca una pequeña carcajada para luego mirarte con una pequeña sonrisa marcada en su rostro.

Se te aceleró el corazón inevitablemente, se veía muy bien, lindo y adorable.

—Vamos. —Te sacó de tu trance al pasar y tocarte la cabeza para seguir el paso esperando que imitaras su acción.

Te llevaste las manos justo al lugar de tu cabeza dónde te había tocado, te pusiste nerviosa, tu corazón seguía latiendo fuerte y apresurado mientras que tus mejillas se tornaban de carmesí. Era un tanto normal tu reacción, ningún chico había llegado a hacerte eso.

—¡Y-ya voy! —Reaccionaste apurandote para caminar detrás de el.

ONEGAI お願い | Sanemi Shinazugawa. Libro #1Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin