Capitulo 24✔️

5.2K 806 459
                                    

El cielo ya estaba empezando a oscurecerse y aún no entendías ¿Como habían llegado a esto?

Literalmente hace menos de una hora estabas aclarandole a un celoso Sanemi que Kaigaku no era tu novio y que aquel día te estaba molestando como siempre, solo que está vez jalandote la oreja... En cambio ahora, todo el ambiente había cambiado drásticamente.

—Ah... — Te quedaste en pausa unos segundos— ¡¿E-enserio?! — El tono de tu voz se vio elevado por la impresión, tu cara ardía y en tu mente había un revoltijo de emociones.

—¿No quiere- — Intento preguntar pero se vio interrumpido por tí.

—¡No es eso! Es que... bueno, tu sabes... me da como penita... —murmurabas nerviosa— ¡Pero no me maletiendas! Si qui- — Ahora fue el quien te Interrumpió a tí.

Tomo tu rostro con sus manos, acercandolo al suyo. Callandote así, con un sueve beso en tus labios.

Como si el mundo se detuviese, como si no existiese nadie mas que ustedes ahora... Era como se podía describir aquel efímero momento que, irónicamente, se sentía como si nunca fuese a acabar.

Tras separarse se miraron fijamente por unos segundos hasta que, avergonzada, apartaste la mirada.
Ante ello el repitió nuevamente su acción, sin palabras de por medio, los unió una vez más en otro dulce beso, mismo que casi se sentía como el fino contacto de piel y seda. Una sensación que te erizaba la piel, que te hacía sentir  y ver mil colores, que casi lograba derretirte por completo.

Si ya antes tenías un revoltijo en la mente, ahora tenías a un maldito huracán.

Al separarse definitivamente, ninguno sabía que decir.

¡Mierda! Se había emocionado y se le paso por alto usar la razón, ¿Ahora como iban a hablar normalmente? era un tanto vergonzoso hacerlo después de haberse besado 2 veces en cuestión de un par de minutos.

—Este... — trato de romper el silencio mientras desviaba su mirada un poco avergonzado y rascaba su cuello con su mano derecha.

"Disimuladamente" bajo su mirada para ver como te encontrabas.

Un tomate con patas. Eso fue lo que vio.

Él en verdad no sabía que hacer, mucho menos que decir. Estas cosas siempre le habían parecido un fastidio y perdida de tiempo por lo cuál nunca había tenido en cuenta como reaccionar en una situación como esta.

—Yo, yo no se que decir... —Por fin pudiste hablar, dirigiste tus manos a tus mejillas para sentir lo calientes que estaban.

—Yo tampoco, supongo. Aunque.... te ves linda así. —Soltó.

— ¡No me digas eso! ¡Harás que me ponga peor!

Él solo río levemente ante ello. Ayudaba un poco a que el ambiente se calmase.

—Perdón entonces.

—No te disculpes... no me molestó — Añadiste — En realidad... me... me gustó ¡Pero rayos! ¡Considera la situación en la que estamos! —Reclamaste.

Él se encogió de hombros con una sonrisa burlona.

—Hagamos algo.

—¿Eh? ¿Que cosa?

—Una carrera.

— ¿Una carrera? —Repetiste sin comprender— ¿Eso para que o que?

—Yo que se, simplemente hagamoslo y ya, el último en llegar deberá invitarle una hamburguesa al otro.

—¿Ah? Bueno... No es como si en está situación hubiera algo menos incomodo que hacer o decir... Supongo que está bien.

—Bueno. Uno, dos, ¡Ya! —Dijo para salir corriendo.

—¡HEY! ¡ASÍ NO VALE! —Le gritaste enojada mientras le seguías el paso.

Estuvieron un rato corriendo por las calles de la ciudad, como si de dos niños se tratase.

Sanemi llevaba mucha ventaja frente a ti, ya que se entrenaba y ejercitaba frecuentemente a diferencia de tu persona; quien solo comía, le reclamaba a Dios y convertía el oxígeno en Dióxido de carbono.

 Al fin llegaron al lugar y te faltaba el aire, sentías como las piernas te temblaban y no podías mantenerte en pie, por su parte él estaba como si nada, solo respirando mínimamente agitado.

—¡¿Eres una maquina acaso?! — Cuestionaste al ver como se encontraba el peliblanco.

—Soy una persona con capacidad física normal. —Respondió. Definitivamente te humilló.

—Bien perdí, ¿Que vas a querer?

— Nada, yo te lo voy a comprar.

— ¿Que? — Ladeaste la cabeza.

— Si ganarás o perdieras pensaba invitarte yo de todas formas... tómalo como una disculpa.

—Oye, no hace falta eso, en verdad — Negabas su invitación agitando las manos— Estoy bien así no pasa nada.

— Igual te la voy a comprar — Tal parecía que no se iba a doblegar.

Al final terminó por comprarte la hamburguesa y se dispusieron a volver juntos, hasta que ambos tuviesen que separarse.

— ¡Mierda! — Detuvo su paso abruptamente.

— ¿Que pasa?

— ¡Se me olvido Genya en la academia! ¡malditasea!

ONEGAI お願い | Sanemi Shinazugawa. Libro #1Where stories live. Discover now