Capitulo 22✔️

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Tras unos 20 minutos de estar retenidos por el mayor y ser nuevamente sermoneados, fueron puestos en libertad.

—Cada vez que estoy junto a tí me pasa una desgracia diferente. Eres un amuleto de mala suerte. —Añadió en burla.

Ambos caminaban por los pasillos desolados de la academia rumbo a la salida de esta misma.

—¿Es así? Acá te van todas mis maldiciones y desgracias, ¡Que se te peguen todas! —Exclamaste tallandote contra su espalda. 

—¡No te me arrimes tanto! ¡Fuera!

—¿Que me arrime a ti? Bien, tu lo pediste. — Dijiste para empezar a juntar sus hombros tratando de hacer que perdiera el equilibrio.

—Serás tonta si crees que puedes conmigo. —Añadió soberbio. Ahora él era quien se arrimaba tratando de hacerte caer.

Ambos se encontraban en una lucha de ver quién resistiría más, era extraño que no estuvieran a punto de jalarse las greñas o de decirse los peores insultos habidos y por haber.

Al menos ahora parecía que eran capaces de soportarse y de cierta forma convivir de manera divertida.

—¡Toma! —Gritó para hacerte caer, cosa  que no resultó pues te enganchaste a él. Estabas en la peor posición posible para la espalda, doblada hacia atrás. Kaigaku empezó a tratar de arrancarte de él pero te habías adherido a su espalda clavando tus uñas en sus costillas. —¡¿Que eres?! ¡¿Una garrapata?! ¡A joder a otra parte!

—¡De ninguna forma! ¡No te suelto hasta lograr enderezarme! —Dijiste en un grito de dolor combinado con risa.

Después de un rato de los dos sufriendo y riéndose lograron acomodarse. Antes de salir cada uno fue a por sus zapatos en su respectivo locker.

—¿Ya estás? —Indagó terminando de amarrar sus trenzas para luego levantarse y estirarse.

—E-espera... —Hablaste dificultadamente mientras tratabas de meterte el zapato a la fuerza.

Estabas sentada en el piso en la peor posición posible intentado insertarlo.

—¿Que mierda? —Comentó confuso viendo la escena— ¿Porque a fuerzas quieres meterte ese zapato? Parece de una niña de 12, cómprate otros.

—N-no hay presupuesto... E-stos aún... Sirven... —Contestaste aún luchando por hacer entrar el calzado a tu pie.

—Madre mía... —Comentó con disgusto aún viéndote. Apenas ibas por el primero.

—¡E-NTRA! —Exclamaste antes de usar todas las fuerzas dentro tuyo para que entrara, cosa que funcionó pero que te hizo caer hacia atrás dándote una porraso en la cabeza contra el suelo.

Al estar el lugar desolado, el golpe resonó por todas partes de la academia.

Kaigaku solo pudo echarse a reír al verte.

—¡Que tonta! ¡Dios, sonó tan malditamente gracioso! ¡Ojalá lo hubiese grabado! —No podía respirar por la falta de aire debido a la risa. Tenía una sonrisa de oreja a oreja. — Ay, fue como en las caricaturas que veía de niño. —Limpió las lágrimas que salían de sus ojos mientras intentaba calmarse.

—Ese maldito golpe me mareo... —Informaste levantandote lentamente mientras te sobabas la cabeza. —Espero que estés feliz con tu entretenimiento gratuito, idiota. —Dijiste en queja— Estoy bien, gracias por preocuparte Kaigaku. —Acabaste de decir de forma sarcástica.

—Si, si. —Rió un poco más mientras sostenia su estómago que ya dolía— Date prisa y ya. —Continuó sonriente.

Resignada tomaste el otro zapato y está vez te acostaste en el piso para evitar romperte el cráneo.

ONEGAI お願い | Sanemi Shinazugawa. Libro #1Where stories live. Discover now