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10. HELL: THE STORY OF PHILIP AND CALEB.

—Espera, ese es… 

Luz asintió. 

—Sí, el que está a la derecha definitivamente es Philip. 

Un suspiro brotó de los labios del rubio, quien miraba resentido aquella estatua frente a ellos. Llevaba meses viviendo en el reino humano y era la primera vez que le prestaba atención al monumento. 

Ese día le había tocado a él, junto con Luz, realizar las compras de esa semana, sin embargo, al pasar por la plaza no pudo evitar detenerse una vez vió un rostro conocido tallado en concreto. 

Su rostro.

—¿Sabes? Por una parte me alegra que se haya ido.— murmuró. —Pero desearía haber sido yo quien terminara con él, no sin antes preguntarle por qué nos hizo esto.— soltó mientras apretaba contra su pecho la bolsa de papel que cargaba. —Así habría sido juzgado por lo que hizo; después de todo le fue bien al morir tan rápido y sin dolor. 

La morena miró con tristeza al joven, quizá no podía entender perfectamente cómo se sentía, pero se daba una idea. No era justo. 

—Desgraciadamente no hay nada que podamos hacer ahora.— respondió. —Y tal vez lo que te diga no sea de ayuda, pero si de algo sirve yo leí el diario se Philip.— continuó, llamando la atención de su amigo. —La mayoría de los hechos son inventados, ya que tomaba el crédito de los demás, pero hay otros reales con leves alteraciones, incluso mencionaba vagamente a su hermano, claro, no directamente; si tu quieres podría decirte lo que recuerdo haber leído.— al ver su semblante dudoso tomó su celular para ver la hora. —Tranquilo, recién son las tres, es temprano, además mamá no ocupará nada de lo que traemos, ya estaba haciendo la comida con Amity cuando salimos.— sonrió. —Entonces… ¿Quieres conocer la historia de Philip y Caleb Wittebane? 

Hunter pareció pensarlo, sin embargo, luego de unos segundos asintió. 

—Por favor. 

Tras una seña por parte de la castaña ambos se dirigieron a un árbol, tomando asiento bajo el mismo. Necesitaban ponerse cómodos, pues al parecer tendrían una larga plática. 

—Bien, entonces comencemos.— suspiró. —Hunter, esta es la historia de los hermanos Wittebane… 

Gravesfield, 24 de mayo de 1630.

Era mayo de 1630, un año muy importante para el pequeño pueblo de Gravesfield, pues finalmente se celebraba el auto de fe inquisitorial contra las brujas de Londres, donde más de cincuenta personas habían sido procesadas y once sentenciadas a arder en la hoguera. Cinco de ellas fueron quemadas en efigie, ya que habían muerto antes durante los interrogatorios. Aquel era el siglo XVII, pero las persecuciones a las supuestas brujas en todo el país habían comenzado en pleno Renacimiento, y no en la Edad Media como muchos pensaban, dando inicio a un periodo oscuro.