Capítulo 2.

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―Despierta... ―Plantó un sexto beso en su rostro con la intención de despertarla, Valentina frunciendo el ceño y despertando de a pocos. ―Buenos días, bebé. ―Saludó a su esposa quien tenía los ojos ya abiertos.

Hm... Buenos días. ―Una de sus manos acarició los rizos de Juliana y le sonrió un poco. ―¿Como amaneciste?

―De maravilla. ―Pronunció con una sonrisa formándose en aquellos labios que Carvajal tanto adora. ―Ahora que despertaste, quería preguntarte... Si yo ¿puedo darme una ducha en tu baño? ―Preguntó tímida.

Valentina la miró y parpadeó para luego negar. ―Juliana, sabes que ahora todo en esta casa lo comparto contigo, no seas tímida, ¿Sí? Yo no tengo ningún problema. Ahora lo mío es tuyo. ―Habló seriamente. ―¿Lo entiendes, Juliana?

Juliana asintió apenada. ―Sí, sí, lo entiendo. ―Dejó un beso en su mejilla y se separó de su cuerpo. ―Me daré un baño, entonces. ¿No vienes?

―Quisiera dormir un poco más.

Juliana asintió, se levantó de la comodidad que aquella gigantesca cama le brindaba y se escapó hasta la ducha, Valentina siguiéndola solo con la mirada.

Pronto la pelinegra estaba bajo las gotas de agua fría, calmando su cuerpo y sintiéndose bien, pero la ducha no bajaba ni un poco la gran alegría en su interior.

Ya que Juliana estaba tan , pero tan feliz que su sonrisa no desaparecía, sus dientes se mostraban orgullosos y sus pómulos se pintaban de un rosa muy claro, casi invisible, pero allí estaba si te acercabas lo suficiente podías apreciarlo en sus mejillas a través del agua que las bañaba.

¿Y por qué tan feliz? Fácil. Era su primer día viviendo con Valentina, su amada Valentina.

Le emocionaba pensar que desde ahora en adelante comerían juntas, y ya no tendría que desayunar, almorzar y cenar solo en su antiguo departamento lleno de colores fríos y lujosos muebles. Además, serían una gran familia junto a Adrián, Denisse y los gemelos.

Desde ahora en adelante se enfocaría en su nueva familia y ver por su bienestar.

Por otro lado, en la habitación Valentina tocó el lado de la cama vacío con las yemas de sus dedos. Perdida en el hecho de que nunca había dormido con Juliana, porque, aunque ellas hayan tenido relaciones íntimas, Valentina nunca se quedaba con ella en la cama o con nadie antes de la morena y después de Abigail. Simplemente cree que compartir sábanas y almohadas con alguien es algo muy íntimo para su gusto. , pero ahora deberá acostumbrarse al calor de Juliana por las noches, y, a decir verdad, no le incomoda del todo como pensaba.

...

El comedor era muy hogareño para el gusto de Juliana. Estaba acostumbrada a mesas largas, sillas separadas y nada de diálogos en la mesa. Sumamente estricto.

―¡Que sueño!

―Mamá, queremos volver a dormiiiir.

Por lo que al escuchar a los gemelos quejarse por el sueño, cada uno bostezando casi a la par, pidiendo su comida y jugando con los cubiertos en su espera por el desayuno, eso impresionó a Juliana porque nunca lo había vivido.

―Hambreeeeee.

―Paciencia, Sebastián. ―Valentina regaño desde la cocina que conectaba con el comedor. El niño pataleó. ―¿Dónde están Denisse y Adrián?

―Mamá, yo estoy casi desde hace media hora. ―Rodó los ojos mientras volvía su completa atención a su celular. Juliana tomó un sorbo de su vaso con agua y de casualidad conectó miradas con el adolescente, siendo escaneada un momento y luego ignorada.

Cenizas De Un Amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora