Capítulo 6.

1.7K 216 8
                                    

Juliana observaba con cariño el anillo en su dedo anular, dejando de lado su tarea designada: Cortar las verduras mientras Valentina a su lado cortaba la carne.

¿Qué mejor que preparar la cena junto a su mujer?

Dejó de mirar su anillo y volvió a su tarea inicial tomando el cuchillo.

Por un momento su vista se deslizó a la ojiazul y rubia mujer a su lado, con su típico rostro serio, concentrada en su labor.

Sonrió recordando tiempos pasados donde ese mismo rostro serio la hacía suspirar como enamorada.

Juliana siempre mirándola pasar al lado de Joseph, hermosa e impecable, de tacto tosco y mirada misteriosa, escondiendo su molestias y dolor. Siempre respetuosa y justa con los demás, nunca dejaba atrás sus valores ni principios, y sobre todo siempre dando todo de sí sin importar qué.

Eso era algo que tenían en común, dar todo de sí, aunque no se enfocaban en las mismas cosas. Porque Juliana trataba de dar todo de sí a las personas y Valentina daba todo de sí en sus responsabilidades.

Ambas se complementaban de esa forma.

La pelinegra la miró unos segundos más y suspiró completamente enamorada.

Valentina era tan encantadora a sus ojos.

Juliana siempre disfrutaba analizar su perfecto ser por dentro y por fuera, recordando también lo que las une.

Abandonó su tarea y se acercó a Valentina dándole un abrazo por la espalda y plantando un beso ahí. Escuchó una risa.

―¿Qué haces?

―Te doy mimos, amor.

Valentina sonrió enternecida. Amaba las atenciones de Juliana con ella, siempre tan linda y haciendo cada caricia especial sólo para ella. Momentos especiales que la hacen sentir dividida...

―Oye, amor. ―Juliana la sacó de sus pensamientos. ―Hoy Joseph traerá a-

―Oh, sí, lo había olvidado. ―Asintió.

A los segundos terminó de cortar la carne en tiras y se estiró para echarlo a la sartén, escuchó casi al instante como el aceite reaccionaba.

―Hm, ¿No me vas a soltar? ―Giró entre los brazos de la pequeña rizada y también la rodeó. ―Eres linda, Juliana. ―Vio su rostro risueño, sus mejillas rosadas y el cabello negro dándole su toque angelical.

―Me lo dicen a menudo, Carvajal. ―Ronroneó su apellido, la miró coqueta y Valentina torció su sonrisa para sujetarla de la cintura.

―¿Ah, sí? ¿Quiénes te lo han dicho?

Juliana abrió la boca para contestarle con coquetería como suele hacer, pero unas tiernas y agudas voces las interrumpieron. Los gemelos entraron corriendo a la cocina.

―¡Están tocando la puerta! ―Alejandro exclamó señalando hacia afuera de la cocina.

La pelinegra y la ojiazul se miraron para separarse con cuidado. Sebastián se acercó a Valentina para jalarla sin cuidado de su camiseta hacia la salida y Alejandro con cuidado tomó la mano de Juliana paga hacer lo mismo que su hermano.

―¡Vamos, vamos, abran la puerta!

―Hey, hey, ¿Por qué tan emocionados?

―¡Creo que hay un perrito afuera! ¡Un perrito! ―Justo en ese momento se escucharon unos ladridos que hizo a Juliana entender todo.

Ya había llegado.

―Es el, yo abriré la puerta. ―Se apresuró a decir y caminó rápidamente a la puerta con Alejandro y Sebastián siguiéndola.

Cenizas De Un Amor | ✓Where stories live. Discover now