Capítulo 14.

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―¿Ya estás listo? ―Acarició la mejilla de Alejandro.

―Sip.

Sebastián a su lado frunció el entrecejo con celos. Acercó su cabeza a la mano de Juliana para obtener caricias como su hermano gemelo. La pelinegra sonrió con ternura.

―Parecen cachorros.

Mad-

―¿Ya están listos, niños?

Los tres voltearon a ver a la mujer que apareció de la nada. Juliana puso una mano en su pecho por el susto. 

«Alejandro casi me dice mamá frente a Valentina, eso estuvo cerca» Rascó su nuca para disimular sus nervios.

Valentina apareció acomodando la corbata negra en el cuello de su camisa blanca. Hoy iría más formal que otros días porque tenía una reunión importante con Joseph y uno de sus más relevantes socios.

Como siempre, Valentina era la mano derecha de Joseph en la empresa.

―Que guapos mis hijos. ―Habló con voz aniñada la mayor.

Los niños arrugaron sus narices. La pelinegra los miró con adoración, amaba cuando su esposa era cariñosa con los niños. Era de las pocas veces que mostraba su faceta amorosa, ni con ella la mostraba tan abiertamente.

―Que empalagosa, mami. ―Dijo Alejandro, pero aun así se aferró a una de sus piernas con una sonrisa.

Sebastián hizo lo mismo que su hermano, pero en la otra pierna. ―Confirmo.

Valentina negó divertida, ambos adultos sonrieron con ternura.

―¡Vamos a llegar tarde, mamá! ―Se quejó Denisse con los brazos cruzados, Adrián detrás de ella asintió de acuerdo.

―Está bien, vamos, el señor Forrest los debe estar esperando.

...

Juliana dejó un beso en sus labios, y se separó.

―Te noto distante, ¿Todo está bien? ―Valentina preguntó preocupada.

«Ha estado sonriendo de esa forma desde la mañana, como si realmente estuviera fingiendo estar contenta», pensó Valentina.

Juliana sabía ocultar sus sentimientos, pero había algo que nunca podría disimular, y eso era su sonrisa.

Si ella no sonreía genuinamente sus ojos no se hacían dos finas líneas ni sus pómulos se alzaban, al contrario, la sonrisa no llegaba a sus ojos si era fingida, por lo que Valentina podía saber cuándo mostraba una sonrisa social o una verdadera.

―No es nada...

―Te conozco, no me mientas. ―Apretó su cintura con cuidado, mirándola fijamente.

Valentina no demostraba su cariño hacia Juliana con besos, abrazos o palabras empalagosas, ―solo con sus hijos―, pero ella demostraba su interés a través de sus cuidados. Eso lo sabía bien la pelinegra.

Suspiró bajando los hombros. ―No tuve una buena noche de sueño, estoy cansada, es todo.

Era mentira.

La ojiazul la miró unos momentos y asintió poco convencida. ―Bien, ya tengo que ir a la reunión con Joseph... ―acarició su cintura sobre la camisa que la pelinegra llevaba y le sonrió un poco. ―Te veo luego. ―Retiró sus manos finalmente.

―Sí.

Vio a su esposa entrar a la oficina de Joseph.

Juliana suspiró detrás del escritorio, era muy temprano para estar tan agobiada puesto que aún no llegaba el que sería su martirio desde hoy en día.

Cenizas De Un Amor | ✓Where stories live. Discover now