CAPÍTULO 22

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Dolencia

Su mente le estaba haciendo una mala jugada, sus pensamientos estaban lastimados, muy en el fondo supo que no debía decirle aquello a Zamire, ahora sabia su secreto, el cual solo sabía Marcos. Muchos dicen que las palabras se las lleva el viento, pero las que había dicho nunca las borraría ni la tormenta más atroz, la preocupación se estaba apoderando de él. El amor que poseía por ella se derrumbó al saber que había estado con otro sujeto; que le había mentido por tantos meses, dormía con un desconocido mientras él la esperaba.

Abrió la ventana, el día se precipitaba con un sol muy resplandeciente, pero algo lo deslumbro más, fue el rostro de Marcos, solo se pudo preguntar si ya sabría lo que había sucedido, que Marcos supiera que Zamire le engañaba le hacía sentir rabia. Incluso se odio a si mismo por llegar a sentir cosas por ella, tal vez lo que dijo era verdad, solo quería estar al lado de Marcos, pero, debía decírselo. Se colocó el suéter y miro por la ventana.—Ahora que haré, alejado de Marcos y Zamire. ¿Quién será el hombre? Investigare para ver si conozco al malnacido con quien ella se acostó…

—Sergio por favor abre la puerta, necesito conversar contigo.

—Papá no vengas con lo mismo de siempre —se lanzó a la cama.

—Sergio abre o tumbo la puerta.

—Bien, te abriré —se levantó de la cama, se acercó a la puerta y abrió —¿Qué quieres?

—No digas que quiero, sabes muy bien que estamos preocupados por ti, eres nuestro hijo, ahora hablaremos, sin tu madre.

—Papá no vengas con esas cosas, estoy bien.

—Estas bien, estás seguro, ¿Por qué te veo tan mal Sergio? Puedes confiar en mí, soy tu padre no tengo inconveniente en escuchar tus problemas.

—Papá no es fácil contarte lo que me pasa —se sentó en la cama.

—Como sabré, si no quieres hablarlo —se sentó al lado del chico.

—Lo que sucede es que me encontré con un amor del pasado, tal vez lo que hice no fue lo correcto, para acercarme a ese amor, enamore a su mejor amiga, de esa forma pensé que lo tendría siempre a mi lado, todo salió mal, porque me enamore de ella, anoche me confesó que me engaño con otro chico, me dolieron mucho sus palabras, me sentí usado y le dije la verdad, esa verdad que he estado cargando desde la escuela… Papá no puedo…

—Hijo no te preocupes, tu madre y yo sabemos quién te tiene de esa manera.

—¿Qué quieres decir? Lo miro a los ojos.

—Si Sergio sabemos muy bien que tú y Marcos tuvieron algo, todos estos años estuvimos en la espera de que tú nos dijeras todo, pero tú nunca conversas de tus cosas, eres tan cerrado hijo, nos sorprendimos al saber que Marcos y Zamire eran amigos y tú entraste en sus vidas, jugaste con fuego.

—Papá ¿Cómo se enteraron? —bajo la mirada, se sintió intimidado.

—No, Sergio no bajes la cara, mírame a los ojos —con su mano alzo en mentón de su hijo —Nos enteramos una noche de que Marcos se quedó a dormir aquí en casa contigo, tu madre fue a tu habitación a decirte algo, pero no toco, pensó que estabas dormido, abrió sigilosamente la puerta y los vio besándose, nunca supo qué hacer, solo lo guardo como su secreto, ella me lo dijo dos semanas después, no sabía cómo actuar porque eres un chico, recuerdo que le dije a tu mamá que estaba equivocada, después yo mismo lo confirmé, su forma de cómo se trataban en la cena, cuando realizaban un trabajo del instituto y por las madrugadas veía como dormían abrazados.

—Enserio papá todo este tiempo lo han sabido, ¿por qué no hicieron algo?

—Si Sergio, lo hablamos con Carlota, pero ella lo tomo de una forma muy agresiva, dijo que tú eras el que estaba dañando a su hijo, por eso lo cambiaron de liceo, esa mujer nunca quiso que tú estuvieras cerca de Marcos, lo hablamos con un psicólogo, para llevarte, pero realmente le dije a tu madre que no hacía falta, porque es tu vida, debimos decirte la verdad, aunque nos doliera mucho, recuerdo cuando ustedes dos se pelearon y te encerraste en tu cuarto, tu madre no quería aceptar la realdad entre tú y él hijo de los Urdaneta, luego conociste a Atenas, dejamos todo en el olvido, ahora estas pasando por lo mismo, esta vez tú mismo buscaste por lo que estas atravesando.

—Lo sé papá, aún no puedo creer que ustedes lo sabían desde siempre.

—Hijo eso no importa, recuerda que somos tus padres y eso no lo cambiara nada, ven abrázame y trata de hablar con tu madre porque ella es la que más sufre, habla con ella cuéntale todo, no seas tan cruel con ella.

—Está bien papá, gracias por… —sus ojos lloraban.

—No llores hijo, me harás llorar a mí —limpio sus lágrimas.

***

Carlotta llevaba días quejándose de aquel trabajo, era su vocación pero la tenía totalmente obstinada y su marido solo quería demostrar que eran la familia perfecta, los más correctos, pero muchas veces ni se acordaba que tenía esposa, aquel año había sido una asquerosidad de matrimonio si no hubiera sido por Sofía lo habría dejado hace muchísimo tiempo.

En aquel momento estaba sentada frente a un computador, solitaria y con una taza de café, ya llevaba tres noches que no llegaba a dormir, aquello agotaba a cualquiera, sin embargo todavía amaba a su esposo, seguí enamorada de él, aunque su matrimonio se había vuelto toxico.

—Carlota ¿Saldrás a almorzar con nosotras? —se acercó a ella una compañera del trabajo.

—Estela, vayan ustedes hoy no saldré, tengo que terminar unas nota, tal vez luego almuerce si me da tiempo.

—Está bien amiga, si no, me llamas para traerte algo de comer, disfruta el arreglo de tus notas —sonrió, y se marchó, Carlotas tomo el teléfono y realizo una llamada.

—Linez cariño recuerda recoger a Sofía en la escuela, luego le das de comer y la colocas a hacer sus tareas, le dices que llegare un poco tarde, si Antonio llego me avisas por favor —llamo a la niñera.

—No se preocupe señora Carlota, si el señor está en casa le aviso, sabe que su niña la dejo en buenas manos.

La mujer corto la llamada.

—Ya ni para eso sirvo, no estoy para mi hija, este trabajo cada año me consume más, renunciare, me dedicare a otra cosa, no sé porque estudie mercadeo, hubiera sido profesora —sonrió —nunca sería buena dando clases.

—Amiga te traje tu almuerzo —coloco la bolsa en el escritorio...

—Gracias Estela eres un amor.

La mujer se desocupo. Abrió la bolsa que contenía el almuerzo y empezó a degustar. Cuando el reloj había marcado las dos y media de la tarde. Sonó su teléfono, era número desconocido, soltó el tenedor y aferro su teléfono.

—Buenas tardes ¿Quién habla?

— Usted la señora Urdaneta?

—Si ¿Qué sucede? ¿Quién habla?

—Es un compañero de trabajo de Antonio, lamento comunicarle que su esposo recibió un disparo…

La mujer al escuchar eso del hombre por el teléfono, quedo paralizada, sus oídos zumbaron en silencio, sus manos temblaron como si tuviera mal de Parkinson, la llamada que recibió bajo su tensión arterial, el sudor corría por su frente y sus ojos explotaban de la angustia

—¿Dónde está él? ¿Cómo está?

—Señora cálmese esta en el hospital de Cabimas.

—Cómo quieres que me calme es mi marido, no, no puede estar muerto — Corto la llamada y lanzo el teléfono, engancho su bolso y condujo al hospital
—Antonio resiste por favor, ya llegare, amor mío…

Love At HomeWhere stories live. Discover now