022

1K 82 42
                                    

👼

Volvió a casa. Sus botas negras hacían un sonido molesto a medida que caminaba. Estaban remojadas y le irritaban los pies pero a él no le importaba en lo más mínimo.

Fue directo a la cocina y abandonó sobre la encimera la bolsa de plástico mojada. Sacó de ella la botella transparente.

Beefeater se leía en letras rojas. Taehyung sonrió con tristeza y la apretó entre sus dedos débilmente.

Sabía que aquella sería la última vez que bebería alcohol y le emocionaba saber que el regusto dulce quedaría en sus labios antes de que cerrara sus ojos.

Hizo su camino a la cochera de su casa. Tronó su espalda, dejó su botella en el suelo y por último inspeccionó la manguera que había conectado al tubo de escape.

Estaba satisfecho, todo estaba en orden y nada podía interrumpirle en aquel momento. Nada ni nadie.

Sacudió sus cabellos mojados y con la botella en mano subió al auto. Encendió el motor y comenzó su espera tras darle un largo trago a la botella.

No había sido él mismo por meses. Hacía muchísimo que había perdido su personalidad nuevamente y fingir se le había vuelto tan cansado como innecesario.

Quería que notaran que estaba acabado. Quería que alguien por fin se diera cuenta de que sus esperanzas estaban agotándose.

No escondía su rostro triste. No cuando Jungkook lo embestía con tanta fuerza que sus lágrimas de tristeza se juntaban con las de placer. No cuando Namjoon entró a su casa y le pidió heroína. Nunca se escondió.

Sin embargo nadie se dio cuenta, porque todos tenían sus problemas.

Y Tae tenía los suyos. Aquellos que le habían robado lágrimas, sangre y esperanzas.

Supuso que por fin podía irse. Jimin había sido su único impedimento por años pero ahora, con Yoongi a su lado, sabia que su muerte no iba a afectarle tanto.

Y Hoseok...

Dio otro sorbo y acomodó sus auriculares en sus orejas, subiendo el volumen a su tope. Suspiró y pensó en tantas cosas que comenzó a torturarse con ello.

Se iba a perder muchas cosas, pero iba a dejar de recordar tantas más y un sentimiento de felicidad le invadía el pecho, opacando al temor que tenía a la muerte.

No había disfrutado del todo su vida. Había follado, bebido, reído, y de más, pero tenía tantas cosas en mente que no apreció plenamente la belleza de cosas tan simples como la compañía de sus amigos, y las bromas tontas.

Pensó en la risa de Jimin, los insultos de Yoongi, los hoyuelos de Namjoon, el brillo en los ojos de Hoseok, la calma que Seokjin le entregaba con solo darle un abrazo.

Y pensó en Jungkook también, y en la estupidez que cometió al romper sus reglas y enamorarse. Aunque ya le daba igual, y él era lo de menos.

Incoloro, insípido e indoloro. Justo así era el gas tóxico que en aquel momento envenenaba a Taehyung.

Pensó en tantas cosas mientras sus ojos se cerraban. Estaba sereno porque por fin acababa todo.

Tan sereno que se quedó dormido profundamente. Se suponía que no abriría los ojos de nuevo, pero nunca esperó que Hoseok tuviera día libre y una reservación para una cita sorpresa.

No escuchó las palmadas a la ventana. Ni a Hoseok hablándole preocupado. No escuchó sus gritos, ni la ventana haciéndose añicos.

No supo nada.

dirty laundry | yoonminWhere stories live. Discover now