—No voy a negar que tienes talento —dijo Igor—. Sabes moverte y tienes un excelente ojo, pero aún es demasiado pronto para que salgas a cazar brujas.

—Estoy completamente listo. He estudiado y entrenado las antiguas técnicas de cacería —levantó un poco la capa que caía hasta su cintura desde el interior de las hombreras del peto, de esa forma dejó ver a su compañero un cinturón con algunas botellas, envoltorios y polvos.

—Aún así, no posees experiencia.

Zanzi frunció el ceño mientras hacía un gran esfuerzo por tirar de la cuerda para arrastrar al trinke, por supuesto que no poseía experiencia, pues él soñaba con ser marinero. Cuando era pequeño su madre murió y su padre, un cazador de Igor, tuvo que cuidarlo solo, empezó de inmediato a enseñarle a su hijo cómo sobrevivir y sin darse cuenta le transmitió los conocimientos de la cacería, algo para lo que Zanzi demostró tener un talento natural, pero como se mencionó antes, no era algo que le interesara en absoluto. Esto cambió aquel día. El chico recibió la noticia del mismo Igor, se había quedado huérfano. Su último familiar había muerto a manos de un terrible monstruo que apareció en el bosque. En el funeral, donde los cazadores son envueltos con flores sobre una balsa para que el río se los lleve al mar, escuchó a los demás hombres hablando. "Fue una Latrodectus, un demonio invocado por las brujas". El deseo de venganza tomó forma demasiado rápido, se puso la armadura y empuñó la lanza de su difunto padre. Aunque cuando juntó el valor necesario, el demonio ya había sido derrotado por Randi. Algo que no calmó su deseo vengativo, todo lo contrario, lo aumentó. Con la ayuda de los sacerdotes leyó los antiguos manuales de los cazadores e hizo un juramento. Acabar de una vez por todas con lo que él llama "la plaga de paganas".

—Por eso quiero empezar ya mismo. Necesito la experiencia —concluyó el muchacho.

—¡Ja, ja, ja! Me recuerdas a otro joven cazador, deben tener la misma edad. Aunque tú tienes más talento sin dudas...

Ambos se frenaron frente a una tienda con varios cortes de carne. Detrás estaba la casa del carnicero donde a través de la ventana se lo veía con su enorme cuchillo despedazando algo. El puesto era atendido por sus hijas, una brindaba atención a los clientes y la otra se encargaba de agitar un enorme abanico para alejar a las moscas.

—Buenos días, señor Igor —saludó una de ellas—. Bu-buenos días, Zanzi —las dos jóvenes se ruborizaron frente al apuesto muchacho.

—Hola... —respondió él de manera indiferente.

—¡¿Qué es eso?! —preguntó el padre al salir por la puerta vestido con un delantal con manchas rojas.

—¿Te gusta? —Igor estaba feliz con el botín de hoy— Carne jugosa y cuernos firmes.

—Está muy bien... —respondió el carnicero probando su cuchillo en uno de los cadáveres—. Aunque pagaría más por el corazón de una bruja...

Las hijas se miraron entre ellas y Zanzi hizo lo mismo con su mentor.

—¿De qué hablas? —quisó saber el cazador con hacha.

—La gente está preocupada. Todos tememos por nuestros hijos. Lo que ocurrió ayer ha despertado rumores... dicen que ustedes ya no son capaces de protegernos.

—Mis hombres son los mejores cazadores de la región.

—Quizás para matar animales... —el comentario incrementó la tensión entre ambos, la mirada del carnicero era de protesta, la de Igor fue de ofensa. Aunque en el fondo, en algún susurro de sinceridad personal, supo admitir la razón del reclamo—. ¿Qué pasa? ¿La recompensa de la iglesia no es suficiente? Yo pagaré el doble por cada cabeza de bruja que me traigas... —hubo un silencio luego de escuchar la oferta.

UN SECRETO EN EL BOSQUEWhere stories live. Discover now