«Esta noche se decidirá la ruina o la salvación del ejército»

Comenzar desde el principio
                                    

—Ya está hablado, ¿vale? Siento si no estás de acuerdo, pero la decisión ya está tomada.

—Porque creéis que adelantando el lanzamiento de vuestra vacuna conseguiréis apaciguar los ánimos, sí. Permíteme decirte que es una idea nefasta. Volver para terminar la vacuna que va a exterminar la Humanidad —bufó—. Qué maravilla, Sophie.

El hecho de que se permitiese cuestionar cualquiera de mis decisiones como si yo no fuese más que una cría estúpida me ponía de un humor de perros. Di un paso hacia él e, imitando su tono molesto, repliqué:

—No seas condescendiente conmigo.

Nos miramos durante unos instantes, demasiado molestos con el otro como para dar nuestro brazo a torcer y ser el primero en romper el contacto visual.

—¿Acaso quieres que te maten? —Su pregunta me enfureció. Que el dios hubiese formulado en voz altas las preocupaciones que llevaban semanas atormentándome me irritó sobremanera. Me aparté de él como una exhalación, dándole la espalda para evitar que viese cuánto me habían afectado sus palabras—. Contéstame, ¿es eso? Porque, en ese caso, te agradecerías que nos avisases para que podamos volver a nuestras malditas vidas.

Cerré los ojos con fuerza y me pasé ambas manos por el rostro con frustración. Conocía a la perfección el riesgo que corría volviendo al laboratorio, pero debía exponerme. Era mi obligación hacerlo. Así figuraba en el contrato que todo mi equipo y yo habíamos firmado. Nuestra labor en MíloPharma estaba ligada de manera indisoluble a un fin mayor; algo muchísimo más importante que nuestras propias vidas. Si había alguna posibilidad de comercializar la vacuna y evitar la guerra, tenía que encontrarla, aunque mi vida pereciese en el proceso. Me negaba a pasar más días encerrada en aquella casa retrasando lo inevitable. Si tenía que morir, lo haría, pero con la conciencia tranquila de haberlo intentado hasta el final, no como una cobarde.

Me volví nuevamente hacia él, quien mantenía sus ojos fijos en mí. La rabia constreñía mi garganta en un llanto que me negaba a dejar ir.

—¿De verdad crees que quiero algo de esto? —exclamé con los brazos abiertos—. ¡Lo que quiero es vivir, Apolo! No puedo seguir aquí encerrada preguntándome quién, cuándo y cómo van a matarme. No puedo soportarlo más —concluí, con las lágrimas ya humedeciendo mis ojos. Inspiré profundamente, tratando de calmarme—. Si existe alguna manera de ayudar, debo encontrarla. ¿Tan difícil es de entender?

Su semblante se suavizó de inmediato; al igual que lo hizo el rictus tenso de su boca. No supe cuánto tiempo pasamos en completo silencio y con la respiración acelerada a causa de la turbación. La parte más infantil que seguía habitando en mi interior se alegró de que estuviese tan irritado conmigo como yo con él. Creí que el dios me dedicaría alguno de sus habituales comentarios malintencionados, pero no lo hizo. En su lugar, abandonó la estancia sin mediar palabra, dejándome completamente sola.

Solté un suspiró y me dejé caer en el sofá a mi espalda. Al parecer nuestra relación estaba condenada desde el principio. Por más que ambos tratásemos de intentar llevarnos bien, nuestros caracteres eran demasiado explosivos como para conseguirlo. Me acomodé en los almohadones de loneta y dejé caer la cabeza sobre estos. Esperaría en esa misma posición a que Diane llegase y tomase todas aquellas decisiones de adultos que, bajo el criterio de su gemelo, yo no estaba capacitada para dictaminar. El cansancio motivado por la falta continuada de sueño no tardó en envolverme. Me habría dejado llevar por él de no ser porque algo golpeó mi cara. Sobresaltada, tomé la prenda que alguien me había lanzado y la sostuve entre mis manos.

—Es lo más indecente que he encontrado.

El emisor de aquella aclaración se encontraba justo frente a mí. La expresión de Apolo había vuelto a adquirir ese tinte adusto tan característico. El dios se cruzó de brazos, esperando algún tipo de reacción por mi parte. Me limité a mirarle con confusión.

É R I D E [PÓLEMOS #1] | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora