Hugo era el único lobo capaz de devorarme.
El único capaz de derretirme con una mirada, de encenderme con el tacto de sus dedos, de mojarme por la crudeza de sus palabras en mi oído; el único capaz de estremecerme con la fricción de nuestros cuerpos.
Éramos puro fuego. Dos pieles quemándose gracias a la electricidad que se generaba al rozarnos.
Y ahí estaba el problema: Que toda llama, tarde o temprano, queda reducida a cenizas.
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Bésame en el cuello
Teen FictionCuando Carlota descubre que su novio, con el que lleva tres años, le ha sido infiel, se jura a sí misma no volver a enamorarse. A simple vista parece una promesa sencilla: Disfrutar de la soltería, centrarse en el trabajo y los estudios, pasar más...