Memoria 13

24 4 0
                                    

Recuerdo esa semana perfectamente bien, veía a Chifuyu cada vez más angustiado, y en las noches, Baji se veía tan perturbado, como si cargara con el peso del mundo sobre sus hombros, y por más dudas que yo tuviera, no había forma de que comprendiera todo lo que pasaba por su cabeza, pero la forma en que me miraba y me abrazaba aferrándose a mi era suficiente para comprender que no estaba bien, aunque siempre se iba más contento que cuando llegaba, tal vez era porque éramos pareja, o porque fingía para no preocuparme demasiado, pero siempre me hacía feliz verlo más tranquilo, y recuerdo la noche anterior al 31 de octubre de ese año, fue a visitarme como había hecho en las noches anteriores.

- Oye Kei, la pelea de mañana... no sé si es porque va a ser en pleno halloween pero no creo que sea una buena idea ir... - Ese día me encontraba bastante angustiada, él besó mi frente intentando quitarme el ceño fruncido

- No va a pasar nada fuera de lo normal, solo que posiblemente alguien llegue a golpearme, pero estarás aquí para curarme -

- Mejor veámonos en otro lugar para que pueda curarte de inmediato y no tengas que esperar al anochecer -

- Pero...-

- Pero nada, veámonos en un lugar o tendré que seguirte hasta el lugar de la pelea, soy capaz de escaparme de mi casa y pegarme a ti hasta mañana -

- Que amenaza más agradable, dormir junto a ti hoy sería reconfortante, pero tus papás están en casa, ¿no? -

- Sí... Kei, hagámoslo, quiero escaparme de mi casa hoy, llévame a la tuya -

- ¿¡L-La mía!? Oye, mi mamá está ahí -

- ¿Y qué tiene? Me la presentas y ya, además, no haremos nada malo, y si pregunta le decimos que hay problemas en mi casa - le sonreí

Baji suspiró para acto seguido poner su mano sobre mi cabeza - No, dejémoslo para después, prometo presentarte a mi mamá en mi cumpleaños la semana que sigue, si te escapas hoy tus papás van a enloquecer y ya no está Takeo para recibir los castigos por ti, y me van a regresar a la correccional si tú papá te pone un solo dedo encima -

- Esta bien, pero ¿en serio lo prometes? Quiero conocer a tu mamá, llevamos ya bastante tiempo saliendo juntos, y te esfuerzas en la escuela por ella y dijiste que te crió casi sola, suena a una madre mil veces mejor que la mía si resultaste así de maravilloso -

- En serio lo prometo, quiero pasarla bien contigo y con ella, sé que se llevarán bien, además, tengo algo que quiero darte ese día... e-es algo cursi pero sé que te encantan esas cosas -

- Awww, Kei, pero es tu cumpleaños, la que te tiene que regalar algo soy yo, pero bueno... entonces, volviendo al tema, ¿en donde te veo para curarte? - le sonreí

- Ugh, bien, nos vemos en el parque de siempre, a donde vamos a entrenar, no sé a qué hora termine la pelea, pero ahí estaré, tú solo ve a clases como siempre y me esperas ahí saliendo - Me dio un beso en la frente - si me ves mañana, estarás más tranquila, ¿cierto? -

- Sí, solo que... ummm... aún sigo inquieta, en serio no quiero que pelees mañana -

Él no pudo evitar reír - eres muy supersticiosa, no va a pasar nada, solo espero poder destruir a golpes al nuevo capitán de la tercera división -

- Cuando dices destruir, hablas de matarlo, ¿no es así? - dije con tristeza

- No sé de qué otra forma puedo alejarlo y asegurarme de que no lo volverá a intentar - volteó su cabeza a mirar a otro lado

- No conozco la situación, ni el tipo de persona que es, no estoy segura de qué otra forma podrías detenerlo... pero espero que halles otra solución, odiaría que tuvieras que ensuciarte las manos por alguien que ni siquiera vale la pena... tú no eres así -

- Tal vez tengas razón... no quiero matar a nadie... ya pensaré mañana mismo que hacer, hoy no quiero que te preocupes más por eso, mañana nos veremos y me vas a curar, pero te prometo que estaré bien - y así, selló su promesa con un tierno beso

No recuerdo que tanto más conversamos esa noche, solo sé que amaba estar junto a él, tenía el cabello recogido en una coleta, y su sonrisa era tan suave, como si ambos pudiéramos hacer sentir mejor al otro, incluso trenzó mi cabello porque dijo que lo ayudaba a relajarse. Cuando el reloj marcó las 3 de la mañana, tal como la cenicienta, él se fue, no sin antes besarme por última vez.

Broken promisesWhere stories live. Discover now