𝑨𝒄𝒉𝒊𝒍𝒍𝒆𝒔 𝒉𝒆𝒆𝒍-🌴🍍
‟Porque tu eres mi puto talón de Aquiles, Goldy. Eres mi única debilidad, la que me importa. Si salgo herido, si me roban, si me encierran en la cárcel, si me insultan o se ríen, no me importa. No me importa mientras t...
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GOLDY NOTABA UNA SENSACIÓN DE AHOGO EN SU GARGANTA. NO ESTABA CÓMODA CON el vestido verde satinado que su madrastra le había obligado a utilizar, mucho menos con los tacones tan altos que impedían que pudiera moverse más de diez centímetros sin apretar el brazo de su padre con fuerza. Ella era amante de las fiestas, pero aborrecía este tipo de eventos sociales. No era su burbuja, no se sentía tranquila, la gente a su alrededor no eran sus amigos o conocidos.
Simplemente nada de ese sitio encajaba con ella.
—Ponte recta y sonríe un poco—le habló Jackie en su oído, saludando con la mano a los invitados—. La gente va a pensar que no te gusta estar aquí.
—Odio estar aquí—admitió, haciendo que la mujer soltase un bufido bajo.
—No me importa, mantén las apariencias. No querrás decepcionar a tu padre, ¿No?
Goldy apretó los dientes—. No, Jackie.
—Así me gusta, buena chica. Vamos a saludar a los Cameron, recuerda no mantener ese rostro tan serio—dijo, palmeando su espalda para que caminara. Ante esa declaración por parte de la mujer, el pánico subió por la espina dorsal de la chica. Saludar a los Cameron significaba tener que estar cerca de Rafe. Paró en seco—. ¿Qué haces? Camina.
—Lo siento, pero necesito ir con mi padre. Es urgente—se excusó, alejándose de su alcance—. ¿Por qué no vas tú sola? A Rose le encantará escuchar tus historias de Francia.
—¿Tu crees?
La chica asintió repetidas veces—. Estoy segura. Ella no viaja tanto como vosotros, incluso puedo afirmar que nunca estuvieron en Francia.
Eso llamó la atención de Jackie, elevando sus labios en una maliciosa sonrisa—. Rose se morirá de envidia, ¡Que maravillosa idea!—afirmó—. Está bien, iré sola. Pero no te alejes mucho, quiero que después bailes con su hijo mayor. He visto cómo te ha mirado al entrar. Me encantaría que pasaras más tiempo con él, es un buen partido. ¿Verdad? Y muy atractivo.
—Un partidazo—ironizó ella, reprimiendo el impulso de rodar los ojos—. Nos vemos luego. Tómate tu tiempo, sin presiones.
—¡Lo haré!
Un poco más aliviada por perderla de vista, inhaló hondo, recorriendo la pista de baile en busca de su padre. Al encontrarlo, una enorme sonrisa se hizo presente en sus finos labios. Gerard bailaba junto a Darya de forma cómica. La cogía en brazos y le daba vueltas causando risas en la niña. Las personas los observaban, algunos con ternura y otros con rechazo, sin entender porqué aquel hombre tan respetado se estaba comportando así. Decidió no interrumpir ese momento tan preciado para su hermana y se acercó hacia una de las mesas con comida, tomando unas cuentas galletas de chocolate en sus manos.
