𝟓. 𝑩𝒚𝒆, 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒑𝒚.

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𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓; 𝑨𝒅𝒊𝒐𝒔, 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒑𝒚.

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓; 𝑨𝒅𝒊𝒐𝒔, 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒑𝒚

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GOLD CORRIÓ HACIA LA VENTANA. HABÍA UNA CAMIONETA CON LOS CRISTALES TINTADOS, luciendo digna de unos matones o traficantes. Dos hombres salieron de los asientos principales, cerrando las puertas con brusquedad. La chica los observó, pelo oscuro, músculos y vestimenta negra. Eran los mismos tipos que esa mañana.

—¿Son ellos?—susurró Kiara—. Mierda.

—Últimamente tenemos una suerte del carajo—dijo Gold, revolviendo su pelo—. ¿Qué hacemos?

JJ se puso histérico.

—¡Te lo dije, John B!, ¡Te dije que era peligroso!

El chico lo agarró del cuello de la camisa para tranquilizarlo—. Ey, escucha. ¿Tienes el arma?

Kiara sujetó la mano de su amiga entre la suya, respirando con dificultad. Gold solo rezaba por no tener que subirse a más techos o saltar de una gran altura.

—No, no. Estaba en la mochila y—rascó su nuca—. En el porche, tiene que estar en el porche.

JJ abrió la puerta para buscarla, observando de reojo a la morena para asegurarse de que estuviera tranquila. Caminó hacia la entrada, pero un grito le hizo caerse al suelo y retroceder hacia la habitación con los demás.

—Esos tipos están en el jodido porche.

—¡John Routledge!, ¿Donde te encuentras, chico?

Se miraron con expresiones de pánico.

—Bueno, si te buscan a ti te entregamos y listo. ¿No?—dijo Goldy, su amigo lo miró incrédulo, al igual que los demás—. Oye, solo era una broma. ¿Vale? Hago bromas cuando estoy nerviosa. Y para recalcar, estoy jodidamente nerviosa.

—Gold, respira—le habló el rubio en un susurro, entrelazando sus manos y dándole un suave beso en la cabeza. Ella asintió, apretando su mano con fuerza—. ¿Qué hacemos? Las salidas están bloqueadas.

—En ese caso tendremos que utilizar el último recurso que nos queda—dijo Pope—. La ventana—la señaló—. No hay otra opción.

—Oh, no. Odio las ventanas—se quejó Gold, negando con su cabeza. Era un deja vú.

John B se puso contra la puerta, haciendo presión junto al moreno. Mientras JJ—aún sin soltar la mano de la chica—Kiara y Gold buscaban algo afilado para deshacerse de la pintura que sellaba los filos inferiores de la ventana, impidiendo que la abrieran.

—¡Aquí, aquí!—Kiara saco una pequeña navaja de uno de los cajones. Gold no quiso saber porqué el señor Routledge tenía eso escondido ahí—. No he encontrado ninguna más, pero será suficiente.

Su amiga asintió—. Tú puedes, Kie. Seguiré buscando algo con lo que ayudarte.

—¿Por qué tardais tanto?—cuestionó Pope desde atrás, con una mueca de terror.

ACHILLES HEEL➵ Outer BanksDove le storie prendono vita. Scoprilo ora