Epílogo

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15 años después

-Que sí Mamá, luego llamo a las pequeñas para concretarlo.

-Sabes que odian que todavía tú y Zach las llaméis así.-Me contesta.

-Siempre fuiste una Indignada, pero nunca se nos ocurrió lo de Inaguantable. Aunque te está como anillo al dedo, debo admitir.-Bromeo.

-Venga hija, déjate de tonterías.-Dice riendo.- Me está llamando tú Padre, salúdalos a todos de mi parte.

-Claro, justo estoy entrando por la puerta. Un momento.-Me separo el teléfono de la oreja.-¡Ya estoy en casa!-Grito antes de escuchar una mezcla de pisadas corriendo hacia mí.-Mamá te cuelgo, que ya vienen los fieras.

-Vale, adiós hija.-Dice antes de colgar.

Las pisadas ya están cerca así que dejo todo en el suelo para girarme.

Entonces, como ya esperaba me levanta en volandas y comienza a hacerme girar hasta que le grito que pare, se ha vuelto una bonita costumbre entre nosotros. Cuando me baja por fin, nos damos un corto beso y voy a saludar a los más bonitos de la casa. 

-¿Qué tal el día?-Me pregunta Ilkay.

-No ha estado mal.-Digo mientras le revuelvo el pelo a mi hijo mayor, Uriel. Este fin de semana cumple cinco años, y vamos a ir de viaje a Irlanda para que se reúna con sus primos, tíos, abuelos...

-Mami, ven.-Dice mientras me estira un poco del pelo para que me acerque a él.-¿Sabes lo que dice Papá?

-Uyyy.-Miro a Ilkay que pone cara de no saber qué es lo que está a punto de contarme.

-Nos ha querido llevar a la playa sin ti.-Me informa como si hubiera cometido el mayor de los pecados.

Le miro como si no pudiera creérmelo y él se cruza de brazos y asiente con la cabeza muy indignado.

-Tranquilo, ya se la devolveremos.-Le susurro con voz cómplice.

Uriel me mira ilusionado y se va corriendo al comedor donde seguramente se encuentre dormido Neo.

-Vaya Ilkay, parece que tu hijo no te tiene mucha estima.-Le digo mientras me abrazo a él.

-¿La han vuelto a liar en la academia?-Me alejo para posarle un pequeño beso en la comisura de los labios y sonreírle.

-No lo sabes tú bien.-Le digo mientras voy a ver a mi otro hijo.

Neo esta dormido en el sofá chupándose el dedo, cosa por la que después vamos a tener una conversación. Le doy un beso en la frente y le quito el dedo de la boca para después girarme a Uriel y a Bruno, (un  Beagle que rescatamos de la protectora de animales hace unos cuantos años y de lo más cariñoso) y reñirles.

Ilkay y yo tuvimos a Neo dos años después de concebir a Uriel, los dos has sacado mis genes españoles por los que mi madre está más que orgullosa.

Me dirijo a la cocina donde se encuentra Ilkay preparando la cena, la suerte que tenemos es que, al él trabajar en el centro de menores por la mañana y yo en la academia por la tarde los niños siempre se quedan con alguno de los dos. Y luego por la noche y los domingos los tenemos los dos juntos, para hacer excursiones o limitarnos a hacer día de peli y manta, ya que los dos son igual de cinéfilos que su padre y yo.

Le rodeo con los brazos por la espalda y él me contempla con una admiración que ahora sé que me merezco. Se gira para ser él quien me rodee a mí, siempre hace lo mismo, aunque yo nunca me quejo, por supuesto.

Fue difícil llegar hasta aquí, todavía hay grietas por curar, pero él ha luchado mucho y yo también por llegar hasta aquí. El camino no ha sido fácil, de hecho, he tenido que rehacer muchos caminos para encontrar este, pero ahora puedo decir con total certeza que ha merecido la pena. Por supuesto sigo yendo a terapia, ya que por mucho que haya mejorado el trauma sigue ahí, me quito esos recuerdos de la mente y me limito a mirar a la hermosa persona que tengo frente a mí.

-Tenemos muchos sueños, ¿Crees qué los cumpliremos?-le pregunto mirándole con una gran sonrisa.

-¿Juntos?-Asiento.-Por supuesto, ya te dije que nosotros brillaríamos.

No puedo evitar que una carcajada escape de mis labios.

-Que seríamos el mismísimo puto sol.-Termino por él.


Sueños quebrados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora