XXIII

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Una pesadilla se había apropiado de su descanso, quizá había sido por el hecho de rememorar aquello que había quedado grabado a fuego en su memoria.

Un desagradable recordatorio de lo que había tenido que vivir, todas las emociones vívidas tal cual como las había sentido en su momento.

La incómoda sensación de sentirse inmovilizado contra el suelo comenzó a hundirlo en pánico, se removía intentando liberarse, la desesperación adueñándose de su cuerpo mientras gritaba y pedía perdón por lo que fuera que había hecho.

Aquello no cambiaba nada, nunca lo hacía realmente, solo sirvió para agravar el maltrato, por imponer un vano intento de resistencia.

Un viejo pensamiento familiar se adueñó de su cabeza, quizá si se lo merecía, quizá era correcto, se mordía los labios generando nuevas heridas, no debía gritar aun si sus labios sangraban por la fuerza que ejercía en ellos.

Ya ni siquiera podía sentir como las lágrimas caían de sus ojos, sus sentidos embotados a punto de caer en la inconsciencia, unas ganas terribles de vomitar se adueñaban de sí.

Fue entonces que despertó abruptamente, tenía la respiración agitada mientras intentaba reconocer el lugar en el que se encontraba, al entender que no había sido más que una pesadilla, se dejó caer nuevamente en el futón.

Intentaba normalizar su respiración, nada más había sido un mal sueño, sin embargo, aún podía ver el ligero temblor en sus manos, suspiró mientras prestaba atención al entorno, no oía nada.

Algo extrañado pensó que quizá los adultos habrían salido, estaba a punto de levantarse cuando recordó lo sucedido la noche anterior.

Después de lo sucedido sentía una calidez por la reacción que había obtenido de los adultos, se había sentido a salvo en los brazos del albino, como no recordaba haberlo hecho antes.

Había sido casi una liberación, ya no debía temer hacer algo erróneo y no poder dar explicaciones sintiéndose aterrado de explicar su pasado, ya había abierto una puerta que no podía cerrar.

No sabía cómo continuaría la relación que compartían después de eso, no quería que las cosas cambiaran, no quería ser tratado como algo frágil simplemente por lo que había pasado.

Pero tampoco podía negar que de alguna manera las cosas iban a cambiar, ambos albinos habían compartido sus historias, habían estrechado su confianza y esperaba haber dejado atrás la fina barrera que aún los separaba.

Se levantó con una agradable idea en mente, camino sin cuidado por la estancia, confiando en la ausencia de los adultos, puesto que el silencio del lugar no podía significar otra cosa.

Se dirigió a la cocina mientras rebuscaba entre sus utensilios, había visto hacer esas cosas a Killer durante demasiado tiempo y había colaborado con lo mismo, por lo que supuso que nada podría salir mal.

Algunos minutos después, su ilusión se vio quebrantada por su realidad, sus movimientos siendo una torpe imitación de los movimientos ágiles y metódicos de las manos del albino.

No insistió demasiado, se rindió con facilidad resignado ante la torpeza que presentaba, por lo que desechando su idea inicial decidió volver a su habitación.

Mientras caminaba se detuvo algo confundido, creyendo haber oído algo, volvió sobre sus pasos deteniéndose en la entrada de otra habitación.

El sonido volvió a repetirse y la confusión rápidamente se apoderó de su cuerpo, si su suposición era correcta no debería haber nadie en casa.

Con curiosidad se acercó a las puertas y las deslizo con suavidad, cuidando de no hacer demasiado ruido.

Su sorpresa fue grande al comprender que su suposición había sido errónea, puesto que no se encontraba solo, simplemente los contrarios seguían descansando.

Cuervo albino •EliteCraft•حيث تعيش القصص. اكتشف الآن