XVIII

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Habían pasado semanas desde aquel peculiar suceso, mientras que ambos albinos pensaban que simplemente era una acción cualquiera se llevaron la sorpresa de que no sería así.

Casi como si fuese planeado solían encontrarse tanto como Maldito como el par de hermanos que casi siempre buscaban al infante.

Aunque al principio aquello les incomodaba de cierta manera, al conseguir convencerse de que sus intenciones no eran malas comenzaron a pasar más tiempo juntos.

Especialmente los infantes quienes solían acompañar al albino a sus escapadas por la ciudad, quienes en más de una ocasión habían regresado a casa con pequeñas heridas producto de las peleas que constantemente se metían y que casi siempre salían victoriosos.

Los primeros días que había sucedido aquello el mayor al notar el estado del menor rápidamente se había alarmado, estaba listo para darle la colleja de su vida cuando el más joven lo sorprendió riendo mientras contaba lo sucedido.

Decidió no ser demasiado duro, aunque no pudo evitar presionar sus heridas con algo más de fuerza al notar la ligereza con la que el menor tomaba el asunto, aunque internamente disfruto de las pequeñas quejas y risas que habían compartido.

Aquella mañana había sido algo particular, después de bastante tiempo postergando el tema decidieron finalmente comenzar con algo que el mayor había prometido hacía bastante tiempo.

Mientras el menor aun adormilado veía como el mayor transportaba lienzos y diferentes pinceles junto a las tintas, el más alto reía internamente por el inmenso esfuerzo que parecía estar realizando el infante en no caer dormido.

Cuando estuvo todo listo espero pacientemente a que el menor tomase la iniciativa, la cual no tardó en llegar.

—¿Para qué son estas cosas? — Parecía ahora más despierto y miraba con interés los utensilios extendidos sobre la mesa—

—¿Recuerdas que quedamos en enseñarte a escribir? — Ante esta mención la mirada del contrario rápidamente se iluminó mientras asentía— Pues eso vamos a hacer—

El mayor no tenía mucha idea sobre enseñar a alguien más, hizo su mayor esfuerzo intentando transmitir su conocimiento más básico, con cuidado guiaba los trazos desordenados del más joven.

—Vaya mierda— Dejo escapar el menor al ver sus primeros intentos, aunque rápidamente se retractó— Lo siento—

—No te preocupes— Menciono el más alto, restándole importancia— ¿Cómo lo llevas? —

—Esto es horrible— Se lamentó ante su inexperiencia— ¿No hay una opción más fácil? — El mayor sonrió ante ello, era una faceta interesante que el menor presentaba a veces—

—Venga Conter, esto es de mucha práctica— Se acercó y tomo su mano para ayudar a guiar los trazos— Este se hace así—

Se mantuvieron entretenidos en ello gran parte de la mañana, el mayor guiando cada detalle, siendo testigo de las pequeñas rabietas que dejaba escapar cuando se frustraba y de las victorias silenciosas cuando conseguía recrear alguna a la perfección.

Al notar que había pasado del medio día el mayor decidido preparar algo de comer mientras dejaba al infante seguir practicando sus torpes trazos.

Mientras preparaba su comida, la pregunta que le había realizado Conterstine algunas horas atrás asalto nuevamente su mente.

—¿Quién te enseño a escribir? — Una pregunta sencilla que no había sabido como responder—

—No lo recuerdo— Había sido su escueta respuesta—

Cuervo albino •EliteCraft•Where stories live. Discover now