Les abrazo durante varios minutos hasta que las dos se tranquilizan.

Cojo las maletas y me voy hacia el jardín.

No hace falta que los llame Older y Alder se abalanzan hacia mí, en cuanto pongo un pie fuera, creo que intuyen la despedida.

Me vuelvo a agachar para acariciarles mientras me lamen la cara y me rio.

-Cuidarme a estas dos, y a Zach.-Añado al pensar que él puede llegar a ser igual de crio que las pequeñas.- Os proclamo los jefes de la casa, mientras no esté.-Alder ladra y Older se mantiene firme observándome.-Os voy a echar de menos, no visitéis la colina sin mí.

El no saber dónde estarás en un par de meses es inquietante, pero muy necesario el hecho de tener que irse para descubrirlo.

En la puerta se encuentran todos mis amigos y por supuesto mi hermano, hace tiempo le pedí a Rai que fuera él quien me llevara al aeropuerto. Parece que lo va a cumplir. Aunque no esperaba menos, al fin y al cabo, siempre ha sido mi mejor amigo. 

Me acerco a todos ellos arrastrando las dos maletas que llevo como equipaje, Zach ya está llorando y la verdad es que, por un momento, solo uno, pienso en abrazarme a él y volver a la comodidad de mi hogar, aunque al recordar estos últimos meses tengo la certeza de que ha sido más una cárcel que un hogar.

-Thebe...

Me abrazo a mi hermano con la promesa de que siempre me tendrá.

-Te quiero, pesado.

-Y yo, inútil.

-¿Te encargas tú de mencionarle su nuevo nombre a Egocéntrico?-Le digo mientras me aparto sorbiéndome la nariz.

De todas las personas de las que hoy me despido sé que Zach va a ser a la que más voy a añorar. Él siempre ha sido de alguna forma el pilar que lo sostiene todo, y creo que lo sabe, porque me sigue el juego.

-No hace falta que me lo pidas, eso está hecho.-Dice con una pequeña risa que se acerca más a un sollozo.-Cuídate.

-¿Sabes qué no me voy a la guerra, verdad?-Debo dejarlo claro, ya que todo el mundo parece pensarlo.

-Anda vete ya y déjate de tonterías.-Me responde.

-Suenas como el abuelo.-Digo para pincharlo.

-¡Pero cómo te atreves!-Dice a la vez que me empuja suavemente y se ríe.

-Ves tú dentro, no creo que las pequeñas aguanten mucho más tiempo con esos dos.-Le confieso después del improvisado ataque de risa.

-Sí, será lo mejor.-Tras una última mirada cómplice se dirige hacia dentro de la casa.

Me giro hacia mis otros tres acompañantes que me observan expectantes.

-¿Qué pasa tengo algo en la cara?-Pregunto intentando quitar tensión al momento.

-Oye Ebe, ¿Te acuerdas de qué estaba saliendo con una chica?-Me dice Ana toda delicadeza. 

-Sí, pero no sé a qué viene eso ahora la verdad.-Digo sin comprender nada.

-Antes de que te fueras quería decírtelo.

-¿Decirme el qué?

-Ella es...

No hace falta que siga, por desgracia lo sé perfectamente.

-Giulia.-Termino por ella con un dolor agudo en el pecho, porque lo sé y no tengo nada en su contra pero el recuerdo de ella también me hace recordar muchas más cosas que desearía olvidar.

Sueños quebrados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora