Capítulo 5: Una conversación que no me esperaba.

21 8 36
                                    

—Vale, lo asumo, asumo que Evelyn Hugo es la diosa entre las diosas.

Solté una carcajada de victoria y comencé a aplaudir como una desquiciada. Los compañeros que pasaban frente al banco en el que nos encontrábamos Andrea y yo nos observaron como si estuviéramos locas. ¿Recuerdan ese banco que les conté era el que estaba entre ambas aulas? Pues justo ahí, como casi todas las mañanas, nos encontrábamos debatiendo acerca de mi libro favorito: Los siete maridos de Evelyn Hugo.

—¡Te dije que ibas a amarla! Es simplemente todo lo que encierra y no encierra la palabra sublime. Evelyn es... dios, mi diosa literaria número uno, la reina de todas, es...

—¿Eres lesbiana?

Todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo se detuvieron. De pronto decidieron que era más fácil concentrar los estímulos en mi estómago y paralizar en mi cerebro el área relacionada con mis pensamientos coherentes para hacerme quedar como una estúpida. Esa voz... era la voz de Ernesto. En el suelo frente a mi se reflejaba claramente su sombra. ¿Qué hacía hablándome, en primer lugar?

—¿Eres muda también?

Miré a Andrea que parecía estar conteniendo una carcajada. Me pregunté por qué. Esta situación era todo, menos graciosa. Voltee con una ceja enarcada.

—No soy muda, respondo a las preguntas que merecen ser respondidas. Déjame decirte que la tuya deja muchísimo que desear. —me di una palmadita mental en la espalda.—Estaba esperando a que corrigieras la idiotez que me preguntaste hace un minuto.

Ernesto, el chino más bonito de todo el maldito año, estaba frente a mi, y acababa de formar la sonrisa más seductora del mundo. ¿A mi? ¿Me está sonriendo así a mi? Ay, padre santo, ayúdame a no morir ahora mismo por falta de oxígeno.

—¿Te refieres a si eres muda? Porque es evidente entonces que me equivoqué,  tienes una lengua viperina.

—No, me refiero a la manera en la que preguntaste acerca de Evelyn Hugo. ¡Es cultura general!

—Ahhh, eso. —expresó con indiferencia aún sin perder la sonrisa. —¿En qué grupo va? ¿Es tu amor prohibido o qué?

Tomé una respiración profunda.

—Voy a ignorar el hecho de que no la conozcas. De todas formas, no te importa.

—Quiero saber.

—No.

—Bueno, como sea, rarita. ¿Puedo hablar contigo un momento?

Voltee los ojos.
¿Por qué acababa de voltearle los ojos al chico que me enloquecía?
Nueva interrogante para mi lista: Añadida.

—¿Rarita?

—Sí, rarita. ¿Vienes conmigo al patio, por favor?

—Que sepas que no me ofende, lo normal está sobrevalorado.

Él encogió los hombros.

—No pretendía ofenderte.

—Bien. —me giré hacia Andrea.—Voy con él. Vengo dentro de unos minutos, al receso no le queda mucho ya.

Andrea asintió con la sorpresa dibujada en su rostro. No puedo culparla, yo también estoy sorprendida. No se de que manera estoy consiguiendo sonar coherente. Esta situación podría ir directa a una novela romántica de esas que me roban el aliento. Porque si, este chino continúa volviendo loco a mi corazón.

Entonces la realidad cae sobre mi. Él no quiere hablarme sobre nada bueno. Él quiere hablarme de la carta en su mesa. ¿Habrá descubierto que se trata de mi? Un nudo se forma en mi pecho. Que vergüenza.

A través de sus ojos. Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang