Capítulo 15: Calma.

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Al día siguiente me fui al colegio un poco más animada porque, para mi total sorpresa, Nic tocó a mi puerta muy temprano en la mañana con el objetivo de llevarme en el auto de su padrastro. Cuando vi que me esperaba, no pude evitar sonreír.

—¿Quieres repetir nuestra sesión con Morat para lidiar con alguna crisis emocional?

Negó.

—Quiero llevarte a la escuela y hacer que ese estúpido reviente de celos. Créeme, bonita, es la mejor venganza.

Aprieto las asas de mi mochila. 

—Bonita, ratón... cuidado, Nicolás, que me puedo acostumbrar a tus formas de llamarme.

—Y eso que todavía no te las he dicho al oído. Voy a erizarte la piel, ratón, es una promesa.

Tragué grueso.

—Nicolás...

—Sí, ya se que estás en una especie de rehabilitación, pero cuando tu corazón vuelva a ti, quiero ser el que lo cuide como si fuera el suyo propio, ratón. Me gustas mucho.

—Hay muchísimos kilómetros entre los dos.

Se encogió de hombros.

—Pero no son mares, sólo carreteras por las que puedo conducir cuando me apetezca.

—Es complicado.

—Si fuera fácil no tendría el toque.

Reí.

—Despierta, anda, que llegaré tarde y tengo Matemáticas a primera hora.

Me apresuré a entrar al auto. Él me dio un vistazo que me hizo cosquillas en la nuca y nos marchamos. Mamá nos miró desde la puerta antes de marcharnos, y, con una sonrisa, me arrojó un beso.

—Tu familia es cálida. Tienes una madre hermosa y una hermana única, por no mencionar todas tus cualidades. No sé que tenía tu papá en la cabeza cuando las dejó. —dice Nic de repente.

—¿Pensabas en tu padre?

—Pensaba en las razones que pueden justificar el hecho de que quien se supone que te ama, te deje tirado como si fueras un ser sin importancia y luego tenga el valor de reclamarte que no hayas conseguido perdonarle tantos años de ausencia.

—No lo sé. Tampoco quiero averiguarlo. No cuando recuerdo a mamá llorando en las noches escondida en su habitación, o a mi hermana anhelando su presencia en fechas especiales. Él fue bueno hasta que se enamoró de otra mujer y nos dejó tiradas. Entonces dejamos de importarle. Por eso no merece ni un solo pensamiento de lástima.

—Me da mucha rabia, ¿sabes? Mamá cree que soy un insensible sin corazón porque no quiero ni siquiera hablar de él. No quiero verlo, Ángela. No soportaría verlo y fingir que no me duele haberle importado tan poco.

Estiré mi mano hasta la palanca de cambio para envolverla en la suya. Hice la fuerza suficiente para hacerle saber sin palabras, que entendía su dolor, porque de alguna manera estábamos sufriendo la misma ausencia.

—A pesar de todo tengo suerte. El esposo de mi madre nos cuida como si fuéramos su propia familia. Es una lástima que esté enfermo.

—¿Ah sí?

—Cáncer.

Tragué en seco.

—Lo siento mucho.

—No lo hagas. Él es feliz; vive con el amor de su vida. Se encarga de hacernos saber cada día que el amor si existe, ratona. Gracias a la forma en la  que él y mi madre se aman se que de lo que hablan en las películas es real. Si vieras cómo se miran.

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⏰ Última actualización: Feb 23 ⏰

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