Capitulo veintiocho: Longanizas.

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Miré a mi alrededor, buscando algún conocido además de mi viejo. Noté a la distancia a Bianca, la prima de Nicolás que había conocido hace un tiempo, pero no tuve la confianza de acercarme a ella.

— ¿Y estás pololeando, Joaco?— Mi corazón retumbó en mi pecho ante la pregunta.

Si lo admitía, había la posibilidad de que siguieran el tema. Pero tampoco quería negar a Nicolás, el simple hecho de estar con él me hacía feliz, no se me pasaba por la cabeza negar mi relación con él.

— No creo.— Hablo Francisco a mi lado.— Si se vino a pasar tanto rato aquí, es porque está soltero.

— ¡Aaah! Ya po, claro.— Otro también habló.— Esa wea de que estés lejos un año completo no te la aguanta ni una polola.

No, porque mi pololo estaba aquí.

— Igual te presento a unas sobrinas.— Se acercó a mi, para golpear mi espalda.

No, porque mi pololo es celoso.

— O a tu hija.— Molestó Francisco.

— Ah, ni me habli' de esa niñita.— Alcé la ceja.— Anda hablando puras weas.

— ¿Qué pasó ahora?— Pregunto otro, tomé atención, lo que más me gustaba a mí era el cahuin.

— No sé, está hablando puras weas... ¿Sabí que dijo ahora weon?— Se acercó, haciendo un círculo, del cual yo era participe.

— Suelta.

— Dijo que el Nico anda con un weon.— Sudé frío.

Mi mirada fue directo a dónde había visto a Bianca, sabiendo perfectamente quien era quien había dicho eso, pues era la única de la familia del Nico, además de sus papás, que sabían de nosotros.

No estaba ahí.

— Ah weon, no habli weas.— Otro sujeto lo descartó al instante.— ¿Vo creí que un cabro como el Nico va a andar con un weon?

— No sé yo, eso me dijeron a mi.— Se encogió de hombros.

— ¿Y de dónde sacó esa wea?

— Dijo que lo vio en la casa, vino a verlo cuando estaba enfermo.— Respondió.— Se tuvo que ir y todo porque esos dos no salían de la pieza.

Mentira.

— Ah chucha, como se la habrá estado pasando entonces.— Soltó otro.

No es así.

Mi corazón empezó a palpitar con fuerza. Sintiéndome extremadamente enfermo, mi cabeza comenzó a doler, dándome pinchazos en la sien. Apreté mi mandíbula con fuerza, aguantando las ganas de gritarle unas buenas chuchas.

Quería ir ahora mismo donde se encontraba Bianca y decirle que era una maldita... No, cálmate Joaquín. Puede que a ella solo se le haya soltado, no actuemos de manera precipitada.

— ¿Y desde cuándo será esa wea?— Preguntó otro.

— No sé, pero tampoco habíamos escuchado una wea así antes, así que es reciente.

— Así son los maricones po' se agarran a porrazos a la primera.

Sentí ganas de vomitar.

Nicolás y yo no habíamos pasado más allá, y jamás se me habría pasado por la mente hacerlo en su casa, con su familia en la sala.

Bajé la mirada ignorando completamente lo que decían, ya no quería estar aquí. El dolor de mi cabeza ya era insoportable, todo lo que decían no era más que pura mierda. Era asqueroso.

Huaso. [BL]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora