Capitulo uno: Familia.

138 10 0
                                    

— ¡Mamá, espere, déjeme explicarle!

— ¡¿Explicar qué weon?! ¡Sabía que eras un weon inútil pero nunca creí que tanto!— Eso me hubiera dolido si no estuviera tan acostumbrado.

Daniela, la mujer que me había dado a luz, pelo oscuro y corto, altura bastante pequeña y con ojos negros, podía parecer la mujer más dulce pero esa era solo su apariencia, por dentro era una mujer malvada y fría.

— ¡Pero escúchame!

— ¡Era tu primer día, Joaco! ¿No pudiste quedarte callado solo unos cuantos días?

— ¡Pero si ni siquiera sabes qué pasó!

— ¡No me es necesario saberlo! Sé lo justo y necesario, te echaron. No me importa lo demás.

Max me comentó algo, discutiste con tu jefa, la llamaste vieja decrépita y zorra, una buena manera de comenzar tu primer trabajo.— La voz de mi hermano mayor llamó mi atención.

Ethan, el primogénito, el orgullo de mis mamis y abuelos, el sujeto que va de camino al éxito, quien probablemente nos saque de la miseria.

Bufé, ya no tenía ni ganas de defenderme.

Vieja zorra.— Una carcajada de uno de mis hermanos menores resonó por la casa, iba bajando las escaleras.

Javier, el menor de todos, el bebé de la casa, un niño bonito y mimado por dónde se vea, parece un ángel pero es el mismísimo lucifer.

— ¿Tu no estabas en clases?— Soltó mi madre, sonreí con la esperanza de que ahora le tomaran atención a él y así poder escapar.

— Me dolía la guatita... Mi hermano me retiró.— Le hizo ojitos a mi madre.

Maldición.

— ¿Te enfermaste?— Preguntó con notable preocupación. Mi hermanito negó para luego sonreír con inocencia.

— No, sólo fue un malestar.

— Seguro se llenó el estómago de dulces nuevamente.— Una voz femenina hizo presencia, ahora mi hermana menor.

Arianna, la única niña, por lo tanto, la princesa de la casa, aunque yo la llamaría la bruja. La perfecta copia de Lucía, aunque en personalidad no se parecen tanto, la Ari era la mujer con más carácter que conozco, mandona y pesada.

Al entrar a la casa, admiró la situación en silencio, me miró durante unos segundos para luego negar suavemente.

— ¿Qué pasó ahora?— Suspiró.

— No duró nada.— Respondió Ethan, para luego tomarle atención a Javier que se había acercado a él.

— ¿Ve? Le dije que no iba a durar nada. Mandelo al servicio militar.

— No es necesario...— La voz de Ethan se escuchó, mis ojos brillaron con emoción, mi hermano siempre de nuestro lado.

— ¿Cómo que no? Aún estamos a tiempo, necesitamos gente que sume, no que reste. Comenzaré a estudiar en solo unos meses, no puede seguir siendo alimentado por nosotros.

— Pero...

— No, Ethan. Está bien regalonear a tus hermanos, pero ninguno de nosotros es un niño pequeño... ¡Javier suelta su billetera!— Se acercó hacia el menor de todos para arregatarle la billetera de Ethan.

— ¡Suéltala! Ethan me la prestó para salir a comer con mis amigos.

— ¡Ethan! No le den tanto dinero a Javier, lo gastará en tonteras.— Le reclamó.

El sonido de la puerta siendo abierta nos llamó la atención a todos, miramos al instante quien era el nuevo visitante, aunque sabíamos desde que habíamos escuchado sus pasos.

Lucía, una mujer alta, ojos verdes y afilados que daban miedo con tal de apenas cruzar miradas con ella, cabello anaranjado largo y ondulado que le llegaba hasta las caderas. Podría parecer muy aterradora, pero era increíblemente tranquila, ahí estaba, mi segunda mamá.

— ¡Mami!— Exclamé apenas crucé miradas con ella, corriendo hacia ella.

— ...— Me abrazó devuelta, desorientada, pero el abrazo no duró más de cinco segundos para cuando me separó de golpe.— ¿No que tú estarías trabajando?

Sentí ganas de llorar, ¿Ahora como le explicaba aquello sin que mi otra madre intente dejarme como un weon de mierda? La amaba, pero era increíble lo desagradable que se ponía cuando estaba enojada.

— Lo echaron.— Soltó mi otra madre, claramente aguantando las ganas de seguir insultandome, claro, frente a mi otra mami no me trata mal.

Cobarde.

— ¿En serio? ¿Por qué?— Me preguntó.

— Como dijo mi mamá, porque soy un weon inútil hocicon que nunca se puede quedar callado.— Aguanté las ganas de sonreír ante mi maldad, intentando dejar mal a mi madre.

— ¡¿Qué?!— Exclamó Daniela, escuché como ella se acercaba a nosotros, por lo que opte a esconderme detrás de Lucía.

— ¿Eso dijiste?— Su voz salió seria, dirigiéndose a su novia.

A pesar de que estaba bastante acostumbrado a la forma de tratarme de mi madre, Lucía nunca estuvo de acuerdo con aquello, al contrario, puede que no sea mi mamá de sangre, pero desde que comenzamos a vivir juntos, no hay persona que me haya tratado mejor que ella.

Ella es la madre de sangre de Ethan y Arianna. Hace diez años que nuestras familias se unieron ante el amor que creció entre Lucía y Daniela. Nunca nos llevamos mal, aunque fue bastante extraño de tratar el hecho de comenzar a tener dos madres de la nada, nunca nos importó demasiado, por lo menos no a mí, pues Javier aún era demasiado pequeño como para comprender bien las cosas.

El hecho de tener una mamá soltera, un padre que jamás pagó un peso de pensión alimenticia porque estaba demasiado ocupado metiéndose coca y solo el apoyo moral de nuestro abuelo que tampoco era como que pudiéramos pedir mucho más.

Que apareciera Lucía en nuestras vidas fue un milagro. Ya que a pesar de no haberse enamorado al instante, eran mejores amigas, su ayuda siempre estuvo, incluso antes de yo poder recordarlo.

Lucía era mi madre mucho antes de hacerlo oficial.

Además de que la admiraba increíblemente, pocas personas eran capaces de soportar el carácter y la poca delicadeza que tenía mi mamá Daniela, que mujer más molesta.

Por otro lado, Ethan y Arianna tenían a su padre, pocas veces lo había visto, pero por lo poco que lo conocía, parecía un bien tipo. Tenía otra familia a parte, a veces Ethan desaparecía durante semanas porque solía ir a ver a sus demás hermanos. El mayor de todos.

Y ellos eran más o menos mi familia.

Huaso. [BL]Where stories live. Discover now