Capitulo dos: amá gomité.

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— Y eso fue lo que pasó...— Terminé de explicar, ante la mirada atenta de todos.

No pasaron más de tres segundos para que el primero que hablara fuera mi mismísimo hermano menor.

— Voy a salir.— No sé ni porque esperaba algo de este pendejo.— Los cabros me están esperando afuera.

Aprovechando el silencio de todos, pero con el permiso de Ethan, salió en completo silencio de la casa. Conocía a sus amigos, no eran malos niños.

El suspiró de cansancio de mi mamá no tardó en llegar.— Joaco... Cuando trabajas es normal ver este tipo de conductas...— Intentó decir.

— ¿En serio, mamá? ¿Tengo que soportar que me traten así?— Interrumpí.

— No hablo de eso, sólo que... Soportar aquello es normal en ese tipo de trabajos, estabas recién en práctica...— Mantuve silencio.

Ya nada de lo que me dijeran ahora iba a cambiar mi forma de pensar respecto aquella situación, la cuestión ya pasó, por lo que sólo queda seguir adelante.

— Está bien. ¿Que tal si ahora yo te busco un trabajo?— Preguntó mi otra madre.

Sonreí, intentando responder.— No.— Pero mi madre me detuvo.

— ¿Que pasa?— Preguntó.

— Que tal si...— Se miraron en silencio, frunci el ceño sin comprender.

— ¿En serio?— Mi otra madre pareciera que le entendió al momento.

— ¿Que piensas?— Siguieron hablando como si no existiera mi opinión.

— No creo que...— Guardo silencio, luego de mirar a mi madre, suspiró.— ¿Hablaste con tu papá?

— Lo voy a llamar ahora mismo.— Sonrío con emoción, saltando del lugar que estaba sentada.

Prácticamente corrió hacia su habitación en la que deducía estaba su celular.

. . .

— ¿Me estay webiando?

— Joaquín, no le digai' así a tu mamá.— Lucía me regañó al instante.

— Pero... Es muy lejos.— Solté.— Los voy a extrañar mucho...

Mentí, en realidad no echaría de menos a ninguno de estos.

— Ow...— Lucía pareció creerme.

— Me da lo mismo, eso o te vas al servicio.— Interrumpió mi mamá.— Apuesto que el país me agradecería por entregar uno de mis hijos a la patria.

La miré Incrédulo, aunque sabía perfectamente que Daniela era capaz de mañana mismo mandarme a aquel lugar.

— Mamá... Tengo veintitrés años...— Quise hacerle entender que ya era lo suficientemente mayor como para obligarme a hacer algo que no quisiese.

— Oh, ¿Veintitrés? ¿Qué se supone que estaría haciendo la gente con veintitrés años? ¿Trabajar? ¿Estudiar? Hacer alguna mierda con tal de dejar feliz a su maldita familia-

— Dani.— La paró mi madre.

— Ya entendí.— Suspiré.— Perdón...

— Lo sé... Lo siento también.— Se disculpó también mi mamá.— Joaco, te he dado mucho tiempo para pensar que estudiar, trabajar. Casi cinco años, sé que aún eres un cabro chico, o por lo menos a mis ojos sigues siendo un bebé. Y por eso te daré otro año más.

— ¿Un año?

— Sí, un año. Durante todo un año acompañarás a tu abuelo, él quiere pasar tiempo contigo. Te hará bien, ¿Hace cuánto tiempo no vas a la casa del sur? Un aire mucho menos contaminado te hará bien, te hará pensar en las cosas.

Guardé silencio.— ¿Cuando debo viajar?

El rostro emocionado de mis madres no se hizo esperar.— ¿Irás?

— Sí... Claro, ¿Por qué no?

Tampoco me parecía tan cuatico, son como vacaciones en el sur... ¿Hace cuanto no iba? Sus 15 años quizás... O más. Lo único que recuerdo es que la señal era pésima, pero supongo que con los años aquello habrá mejorado, claro. Es obvio.

— Anda a arreglar tus cosas altiro, tu abuelo está ansioso por verte.— Incliné la cabeza confundido.

Pero si con el abuelo nos vimos hace solo unas semanas, cuando vino a pasar el año nuevo aquí.

Aturdido, caminé hacia mi habitación, hace tiempo no viajaba igual, tengo que sacarle las telarañas a la maleta, ¿Debería comprar audífonos nuevos? También buscar los cargadores portátiles porque es más lejos que la cresta, me voy a aburrir más que la chucha en el viaje.

. . .

Subí mis maletas al maletero del auto, ignorando completamente los ladridos del perro del vecino, como siempre webiando.

Me acerqué a la reja mirando al perro con indiferencia.— ¿En serio, Toby? ¿Ni el último día me vai' a dejar irme tranquilo?

— ¿Wof?— Ladeó la cabeza confundido, como si no me entendiera ni mierda.

Sonreí.— ¿No me vas a extrañar ni un poco?— Intenté acercar mi mano a la reja, pero me arrepentí, no quería irme con la mano mordida.

— ¿Extrañarte?— Una voz se hizo presente.— ¿Por qué?

— Me voy al sur.— Le contesté al vecino.

Derek, la única persona que tengo en mi lista de contactos que no sea de mi familia, el único sujeto que se podría llamar 'amigo' aunque tampoco tanto. Me miraba confundido.

— ¿Por?

Me encogí de hombros, no le iba a contar de mi vida tampoco.— Nos vemos en un año, si Dios quiere.

— ¡¿Un año?!— Exclamó, asentí.— ¿Y porqué no me avisaste?

— ¿Por qué debería?— Noté de reojo como Ethan salía de la casa con una mochila más.

— Cómo que-

Ethan subió al auto, él sería quien me iría a dejar al terminal.— Ya chao, hablamos.— Me despedí, alejándome de la reja.

— No no, espera. ¡Joaquín!— No le tomé importancia y me subí al auto.

— Luego te llamo, no puedo perder mucho tiempo.— Exclamé hacia su dirección, me despedí con una de mis manos mientras que Ethan comenzaba a manejar directo al terminal de buses.

No habían pasado más de diez minutos de camino y Ethan no paraba de mirarme de reojo, inquieto y nervioso, se le notaba.

Suspiré. — Suéltalo.

— ¿Estás seguro?— Preguntó.

Lo miré confundido, ¿Por qué no lo estaría? A ver, está sería la primera vez que viajaría completamente solo, pero no es como si mi abuelo no fuera a esperarme en la parada. Por lo que no me perdería.

Negué mientras se me escapaba una que otra sonrisa. Ethan siempre tan sobreprotector.

— Estoy bien, weon. No es para tanto.— Intenté relajarlo.

* * *

Mi mamá me odia.

Porque si no, no encuentro otra explicación para lo que me acaba de hacer.

Qué clase de madre manda a uno de sus hijos a un lugar que no tiene ni siquiera señal para llamarla, sin dinero propio, sin ropa acorde al clima, en un día lluvioso.

Además, no estaba ni mi abuelo esperándome en la parada. Aún quedaban tres kilómetros para llegar a mi casa y no pasaba ni un miserable vehículo, ni tampoco había un solo local abierto donde refugiarse del frío.

Qué hice para merecer esto.

Huaso. [BL]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt