Capitulo catorce: Nicolás.

76 11 1
                                    

La primera vez que te ví fue desastrosa.

No era de las peores lluvias que veía, pero aún sufría por ella. ¿Por qué? El frío. Desde que tengo memoria que el frío me hacía sufrir de esa manera.

Pero aquel día, el frío no era de mis peores problemas.

Si no que tú.

No lo había pensado mucho la primera vez que te vi, completamente empapado, sentí pena, e incluso curiosidad. Se me hacía imposible ver a alguien en aquella situación, temblando de frío, pero aún con una mirada inquebrantable, como si nada estuviera pasando.

Al bajar del auto, para protegerte de la lluvia con mi paraguas. En el momento que me miraste, sentí como todo mi mundo se paralizaba. Ya no solo temblaba por el frío, si no que también por tu mirada.

La cual debí desviar, al escuchar la voz de tu abuelo, a quien yo respetaba mucho, por lo que no tome demasiada atención a lo que había sentido en aquel momento.

Te llevé a la casa que sería tu hogar por todo un año, con un sentimiento agridulce en la boca, escuchando los retos de su madre a través del teléfono y el constante pensamiento de no tomarte demasiada atención, pues solo te quedarías un año. No valía la pena hacerlo.

La segunda vez que te vi no me reconociste.

Sin embargo, gracias a tu despiste, recibí un leve abrazo de tu parte. Aunque solo haya sido por el susto que te había dado Roma.

Probablemente no lo sepas, Roma es hembra, y si, si tiene nombre.

Debí haberme disculpado por eso, tampoco era tu culpa no haber visto el cartel, pero no pude evitar querer molestarte.

Al momento de eso descubrí que tenías un muy mal carácter, explosivo y demasiado indiferente a todos. Pareciera que por mucho fueras tú quien me hablaba, en realidad no te interesaba, ni yo, ni nadie.

No pude iniciar una conversación decente, pero agradecí que tu abuelo haya llegado de pronto, por lo menos así recordarías mi nombre.

La tercera vez fue curiosa.

Justo como cualquier otro día, habías intentado hablarme solo por educación, solo por el hecho de trabajar para tu abuelo. Y que gracias a tu abuelo, nuestro tiempo juntos durante un día se alargó.

Preguntaste por mi celular, él cual nunca dejé que nadie lo tomara, pero aún así no pude rechazarte.

Fuimos juntos a la casa de la señora Marta, ahí conociste a la Maca. Te quedaste hablando con ella con mucha confianza, al verte a la distancia reir mientras bromeabas con alguien más me hizo feliz, te estabas adaptando muy bien.

Fue la primera vez que te vi sonrojado, me hizo sentir incómodo, pero quise seguir mirándolo. Lastima que no duró mucho, porque estabas lo suficiente apurado como para irte, lo acepté.

Las próximas veces fueron extrañas.

Durante bastantes días estuvimos trabajando juntos, agradecía bastante que te estuvieras esforzando tanto.

Quise detenerte demasiadas veces, tampoco era bueno para ti, sería mucho peor para ti, tu cuerpo no estaba acostumbrado y estaría destrozado por tus sobreesfuerzos. Pero te negaste todas las veces, como si fuera cuestión de orgullo.

Un día en específico, por primera vez, te sentaste para descansar. Como todos los días me seguiste hablando de cualquier cosa que se te ocurriera, principalmente intentando molestarme.

Huaso. [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora