Capitulo tres: Bloqueo.

98 8 0
                                    

¿Cuánto llevaría caminando? Ni idea, siento que me va a dar hipotermia y voy a morir antes de llegar a la casa.

Si este es mi último día de vida, díganle a mi mamá que se vaya a la chucha, vieja weona.

Puta la wea tengo frío, siento que se me van a caer los coquitos del frío que hace, tanto costaba decirme "Oye Joaco, lleva ropa abrigada que allá hace frío" no, no costaba nada weon.

Pero la wea era hacerme sufrir, claro, por puro porque no soy el favorito.

Espera. Paré mi andar de golpe.

¿Y si esto era un plan para deshacerse de mi?

Claro, les salió perfecto, estoy seguro que mi abuelo ni sabe que estoy aquí.

Por la rechucha.

Cerré mis ojos de golpe, al momento en el que los focos de una camioneta gigante me cegaban, no pasaron ni diez segundos como para que el mismo auto parase justo frente a mí.

En cuestión de segundos, el conductor del auto, salió de aquel para acercarse a mí.

Lo que me faltaba, me van a secuestrar, robar mis órganos y quizás que van a hacer con mi pobre y hermoso cuerpo.

Para mí sorpresa, aquel sujeto extraño había bajado con un paraguas para intentar protegerme de la lluvia, a pesar de estar completamente empapado.

Lo miré extrañado, notando que llevaba una bufanda tapando su nariz y boca, y un gorro de lana. A simple vista no lo reconocí, pero eso sí, sentí envidia de lo abrigado que estaba.

Escuché como a mi lado, una de las ventanas bajaba, no le iba a tomar mucha atención de no ser por la clara voz que se escuchó.

— ¿Que wea haci' aquí, weon?— Lo miré Incrédulo.

Eduardo Evans, mi abuelo materno, y lo más cercano a una figura paterna que tengo. Desde que tenía memoria que mi viejo vivía aquí, cosa bastante molesta ya que no podíamos vernos tan seguido. Este anciano era el viejo más cambiante que uno conocerá en su vida.

Ve a uno de sus nietos mojado como un perro y la primera tontera que suelta es esa. No, si yo me saqué la lotería con la familia que tengo.

— Voy pa' su casa po viejo.— Respondí.

— Joaco weon, ¿sabí' que hora es? Cómo se te ocurre intentar caminar hacia allá con este clima.— Me regañó.

La persona a mi lado, hizo que tomara el paraguas para seguir protegiéndome de la lluvia. Mientras él tomaba mis maletas para guardarlas en el auto.

— Ya, sube weon tonto.— Obedecí algo avergonzado, por los claros regaños en frente de alguien que desconocía por completo.

Aunque, este tipo no había dicho ninguna palabra hasta ahora.

Se acercó nuevamente a mi, tomando el paraguas por mí mientras abría la puerta trasera del auto, me miró expectante. Lo miré algo avergonzado, pues nunca me habían abierto la puerta del auto.

Subí al auto, por lo que él cerró la puerta al instante. En cuestión de segundos, él también había subido al asiento del piloto.

— ¿Llamaste a tu mamá?— Preguntó de pronto mi abuelo, haciéndome desviar por completo mi atención al chico que ahora manejaba hacia la casa.

— No tengo señal.— Respondí, hace un par de horas antes de llegar que había perdido completo opción de comunicación.

— Que raro...— Murmuró mi viejo, para luego removerse en su asiento y sacar su celular del bolsillo.

Marcó rápidamente, no tardaron en contestar del otro lado.

— ¿Dani?— El apodo de mi madre me hizo saltar de mi asiento para acercarme más al asiento de mi abuelo.— Ya vamos de camino a la casa.

¿En serio? ¡Que bueno!— Entrecerre los ojos ante su emocionada voz, tengo un mal presentimiento.— ¿El Joaco está por ahí?

— Aquí mismo.— Me uni a la conversación, acercándome mucho más.

Hola Joaco, ¿Cómo te sentiste en el viaje? ¿No fue duro?— Me asusté mucho más, mi madre jamás era así de amorosa.

Suspiré suplicando al cielo que solo sean tonteras mías.— Mamá... ¿No tiene nada que decirme?

Tardó en contestar, lo que me temía. Se escuchó una risa burlesca del otro lado de la línea.

Ahora que estás con tu abuelo y ya no puedes escapar, te lo diré.— Se tomó unos segundos para seguir.— A ver... Cómo empiezo...

— ¡Mamá!— Exclamé, escuché su risa, me contagió su risa.

Bueno ya, te la digo corta. Olvídate de tu celular y tus tarjetas. Acabo de bloquearlas todas.— Quise golpear mi cabeza contra el retrovisor por haberme reído junto a esta vil mujer.

— Qué...

Recuerda, no estás de vacaciones, estás recibiendo un castigo.— Respondió.— Por lo que, como te vea de nuevo por aquí sin cumplir tu castigo... Daniela...

La última voz que se escuchó fue de Lucía, que cortó las amenazas de mi madre.

Te lo advierto, Joaquín. Ni se te ocurra intentar contactar con tu hermano mayor para pedirle dinero. Gánalo tú mismo.— Volvió a hablar, estoy sin palabras.— Te amo mucho mi vida, que te vaya bien.

Y colgó.

Huaso. [BL]Where stories live. Discover now