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Fui con las chicas al centro comercial, tras cinco horas en los probadores compramos tres vestidos fabulosos que parecía que estaban hechos a nuestra medida, también habíamos pasado por el salón de belleza, tres maquillistas profesionales se encar...

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Fui con las chicas al centro comercial, tras cinco horas en los probadores compramos tres vestidos fabulosos que parecía que estaban hechos a nuestra medida, también habíamos pasado por el salón de belleza, tres maquillistas profesionales se encargaron de nosotras, cuando vi mi reflejo en el espejo casi no me reconocía.

Algunas horas después Ashley tuvo que irse a organizar los últimos detalles para la fiesta de esta noche. Tara y yo volvimos juntas al instituto. La mayoría de los estudiantes se estaban preparando para asistir a la fiesta de Navidad en la mansión de los Smith Robinson, a la que Ashley los había invitado.

Nosotras nos pusimos nuestros vestidos y nos retocamos el maquillaje, Tara me ayudó a rizarme el cabello y me prestó un par de pendientes que hacían juego con mi vestido, también me puse un collar plateado y me hice una trenza de diadema.

Cuando terminamos le dije que nos veríamos en la fiesta, ella se iría con un grupo de chicas con las que compartíamos la misma residencia, y yo esperaría a Zach afuera, él pasaría por mí en menos de diez minutos.

Salí del dormitorio de chicas y bajé con cuidado las escaleras, una vez abajo aguardé en la entrada principal, observé a los estudiantes que salían de la residencia y se iban en autos lujosos camino a la costa, ya que allí estaba ubicada la mansión de los Smith.

Un auto rojo de última generación se detuvo frente a la entrada, la puerta del mismo se abrió y cuando lo vi aparecer mi corazón comenzó a latir como loco. Él se había puesto una camiseta roja, unos jeans oscuros y un chaleco negro que le quedaba de muerte. Se veía guapísimo.

Me sonrió mientras caminaba hacia mí, tenía las manos en los bolsillos del pantalón y llevaba un cigarrillo entre los labios, típico de él, tenía un estilo sumamente único y eso me encantaba, Zach era diferente a los demás, no le importaba encajar, no le importaba lo que pudieran decir de él, era auténtico, único, perfecto.

Se detuvo frente a mí, me acarició la mejilla con las yemas de los dedos y se lamió los labios con sus ojos fijos en los míos. Se inclinó hacia mí y me susurró al oído con voz ronca, —Estás bellísima, Mel —su cumplido me hizo sonrojar, sumándole a eso que su cálido aliento estaba rozándome la piel.

Zach dio un paso hacia atrás y recorrió mi cuerpo con la intensidad de su mirar ardiente, pude descifrar lo que le pasaba por la mente en ese momento, volví a sonrojarme y aparté la mirada para que no lo notara.

—Tú también te ves bien —le dije mordiéndome el interior de la mejilla, reprimiendo mis ganas de lanzarme a sus brazos.

Escuché su risa ronca a mi lado, me estremecí al escucharlo, cada gesto que me dirigía, cada palabra o cada acto de cariño de su parte me atraían hacia él inevitablemente.

Él me rodeó los hombros y me dio un suave beso en la mejilla antes de volver a hablar, —He pasado cinco horas de mi vida debatiendo entre diferentes conjuntos de ropa para impresionante y solamente me dices que me veo bien, me estás rompiendo el corazón —hizo un gesto exagerado oprimiendo su corazón con una mano, no puede evitar soltar una carcajada.

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