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Me quedé dormida a altas horas de la madrugada, estuve dándole una y mil vueltas a los mensajes de Zach, al mismo tiempo que me preguntaba que éramos ahora; ¿Amigos? ¿Más que eso?

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Me quedé dormida a altas horas de la madrugada, estuve dándole una y mil vueltas a los mensajes de Zach, al mismo tiempo que me preguntaba que éramos ahora; ¿Amigos? ¿Más que eso?

No obtuve respuesta alguna, pero sentí que ya lo sabía, fue extraño y confuso, no lo veía claro, desde el día del concierto no había hecho más que pensar en él, en su actitud desconcertante y en aquella noche que me dijo: «Quédate».
¿Podría significar algo?

En la mañana salí del dormitorio con tres libros en la mano y una serie de pensamientos en mente. Atravesé el pasillo repleto de alumnos camino al aula de Física, estaba a punto de entrar, pero una chica se interpuso en la puerta con expresión desafiante.

—Te estaba esperando —dijo ella con firmeza sonriendo forzosamente.

Era una chica despampanante de cabello rojizo y rizado, tenía una tez pálida que iluminaba el color aceituna de sus ojos, las pecas se hacían notar en sus mejillas y el tono rojo de su labial hacía juego con su falda y su blusa color beige.

—¿Te conozco? —pregunté frunciendo el ceño. Estaba segura de que la había visto en otro lado, pero no recordaba dónde.

—No, y sinceramente me da igual —exclamó con frialdad, estudiando de arriba a abajo mi aspecto y al final esbozó una sonrisa más falsa que la teoría de la existencia de los extraterrestres.

Abrí los ojos mostrándome sorprendida.

—Ok, visto que no te interesa, tengo que ocuparme de algo importante —intenté pasar por su lado, pero negó con la cabeza y se cruzó de brazos.

—Escúchame bien que no pienso repetirlo dos veces, no quiero verte cerca de Zach. Conozco bien a las moscas muertas como tú, te aseguro que puedo aplastar a cualquier bicho que se interponga entre nosotros, incluida tú en primer plano.

No llevaba ni cinco minutos conversando con ella y ya la odiaba. Apreté los labios y enarqué una ceja.

—¿Me estás amenazando?

—Es una sugerencia, si no quieres tener problemas hazme caso —repitió ella en el mismo tono de suficiencia.

—¿Lila? No esperaba encontrarte aquí —dijo alguien a mis espaldas, reconocí su voz y di media vuelta hacia él.

Me miró a mí y después a la chica (al parecer Lila era su nombre), y al no entender nada otra vez fijó su mirada en mí. La chica abrió la boca para decir algo, pero por lo visto se arrepintió y desvió la mirada.

—¿Qué sucede aquí? —Zach cruzó los brazos sobre su pecho esperando una explicación.

—Yo... debo irme —dijo ella con la voz temblorosa, al parecer la sanguijuela era menos peligrosa de lo que imaginaba. Ella se apartó de mi camino y al pasar por mi lado susurró—. Estás advertida —me dedicó una mirada de disgusto y siguió caminando.

PerdiéndonosWhere stories live. Discover now