Capítulo 17: Arce dorado

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I

Julien

Me gusta la rutina, me ha ayudado a hallar un sentido de orden, como si tuviera un poco de control sobre las cosas. Y si bien soy un tanto riguroso con ella, debo dejar esa parte de lado para no aburrirme.

Sino se vuelve repetitivo y me encuentro a mí mismo tomando una taza de café en tanto que leo el mismo periódico de siempre.

Por eso a veces lo cambio por cigarrillos, el mejor desayuno.

Pese a que los seres como yo no pueden embriagarse o drogarse, no es mentira esa simpática creencia de que el humo limpia las energías.

Y lo bueno es que no me hace daño. Aún así, creo que seguramente lo haría si estuviera vivo.

Acepto que es malo porque genera problemas de salud como el cáncer de pulmón, sin embargo, es gracioso el hecho de que hay personas que nunca han fumado y lo desarrollan, mientras otros que lo han hecho por más de treinta años no.

Es decir, no es gracioso, no debería causarme gracia. Aunque lo hace.

Y también es interesante. Le he preguntado a Levane y la gente todavía no ha encontrado la cura. Todavía no se sabe por qué es posible esa comparación.

Yo opino que a largo plazo el estrés mata más.

De cualquier manera, sólo espero que la humanidad no se extinga antes de que lo averigue. Me agradaría poder verlo. Al igual que lo hice con varios descubrimientos.

Es asombroso, haber podido presenciar el progreso tan rápido que ha tenido la civilización. Y tampoco es que he estado aquí por mucho tiempo.

Tal vez la casa sea una jaula pero las noticias igual se la arreglan para entrar. Y muchos inventos lo hicieron literalmente.

Desde la generalización de la electricidad hasta el automóvil y el avión, la red de agua corriente, la electrónica, la radio y la televisión. La mecanización de la agricultura, los ordenadores, la red telefónica, el aire acondicionado y la refrigeración.

A estos últimos les tengo un cariño especial ya que no soporto los días de verano intenso.

Quizás no podremos morirnos de calor, no obstante, el sentimiento está presente, del mismo modo que el hambre, a pesar de que no necesitemos comida, o la sed, si es que no tomamos agua. Es nuestra maldición por quedarnos de este lado.

Y es nuestra bendición poder ser testigo de una cantidad inmensa de acontecimientos importantes. Algunos funestos y otros beneficiosos para la sociedad.

Estuvimos aquí al mismo tiempo que Albert Einstein realizó su famosa Teoría de la Relatividad, que el hundimiento del Titanic, la Primera Guerra Mundial, la firma del Tratado de Versalles, cuando se inició el movimiento no violento de Gandhi en defensa de los derechos humanos en La India, cuando Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamón y Alexander Fleming la penicilina, estuvimos durante la Gran Depresión, la Guerra Civil Española, en el momento en que Picasso pintó el Guernica, en que sucedió la Segunda Guerra Mundial, el levantamiento del gueto de Varsovia, la ejecución de Mussolini y el suicidio de Hitler, existimos a la vez que ocurrieron los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, la Firma de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Guerra de Corea, nos enteramos de que Hillary y Tenzing alcanzaron la cima del Everest, de la creación de la NASA, del asesinato del presidente John F. Kennedy, la beatlemanía, vimos al hombre llegar a la Luna, contemplamos al disco "Thriller" de Michael Jackson convertirse en el más vendido de la historia, supimos del Accidente de Chernóbil, la Caída del Muro de Berlín, el fallecimiento de la princesa Diana, cómo Dolly fue el primer mamífero en ser clonado, pudimos llegar a la Firma de los tratados START entre EE. UU. y la URSS, a la elección de Nelson Mandela como presidente de Sudáfrica, observamos el atentado a las torres gemelas, y por último, el desciframiento del genoma humano y el Coronavirus.

Levane Y Las Almas DesorientadasWhere stories live. Discover now