Prologo

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A las afueras de Creta, Grecia

1930


En un pequeño pueblo de la isla de Creta en Grecia vivía una joven llamada Barbara Minerva. Ella era muy chica cuando llego a este lugar. Vivía con su tía, que era como una especie de ermitaña. Se la llevo de su casa en Inglaterra, con la excusa a sus padres de que un asesino vendría por su hija. Y eso era todo lo que Barbara alguna vez conoció, salvo por las historias que su tía le contaba.

-Cuéntame la historia de nuevo, tía – exclamo la niña de trece años –

-¿Otra vez, mi pequeña diosa? – pregunto su tía, con la niña en su regazo –

-Por favor...

-Muy bien... Hace mucho tiempo, después de que los grandes lagartos del trueno murieran, nuestros antepasados ​​establecieron lo que ahora se conoce como Grecia. Nuestra gente ha tenido muchos grandes reyes, héroes y leyendas.

-¿Como Hércules, Jason y Achiles?

-Sí... Pero antes de eso había nueve planetas entre las estrellas que comparten nuestro sol. De estos nueve, tres tenían vida.

-¿Tres? – pregunto la niña con asombro –

-Sí, tres: La Tierra para los humanos, Marte, que era el hogar de la gente verde que podía volar entre las estrellas mucho antes de que nosotros pudiéramos navegar por los océanos. Y luego estaba el Olimpo, que ahora se llama Júpiter.

-Los otros dos planetas murieron y ahora solo la Tierra tiene vida.

-Sí... Las personas que vivían en el Olimpo eran como nosotros los humanos, pero un día una gran estrella cayó sobre su planeta y los cambió. Se volvieron más altos, hermosos, inmortales, podían manipular los elementos y hacer otras cosas grandiosas, pero terribles. El más grande de los olímpicos, Cronos, se convirtió en su rey, pero Cronos era un tirano y gobernaba a su pueblo a través del miedo.

-Y luego recibió su merecido... ¿verdad?

-Entonces, un día, su hijo Zeus se levantó contra él con sus hermanos Poseidón y Hades. Una gran guerra devastó el planeta y Cronos fue encarcelado. Zeus y sus seguidores vinieron a la Tierra, pero Poseidón, que amaba el agua, construyó la ciudad de la Atlántida y tomó una novia humana. Zeus y sus seguidores construyeron una montaña a la que llamaron Olimpo por su mundo perdido – la tía lanzo un leve suspiro, ya que estaba cansada, pero le siguió contando la historia a su sobrina – Los humanos temían a los olímpicos y les ofrecerían regalos para ganar su favor. Entonces, un día, estalló una gran guerra. El príncipe Agamenón quería gobernar toda Grecia y se declaró rey. Las mujeres de nuestra aldea quedaron desprotegidas, ya que los hombres se fueron a la guerra y la sacerdotisa mayor le rogó a la reina olímpica Hera que les diera la fuerza para defender a su pueblo...

-¡Así nacieron las Amazonas! – interrumpió la niña, emocionada –

-Sí, a las mujeres se les dio gran belleza, fuerza, agilidad e inmortalidad. Cuando sus hombres regresaron a casa, trataron de gobernarlas. Las mujeres mataron a todos los hombres y se fueron a una isla escondida a la que llamaron Themyscira – a partir de este punto, el rostro de la mujer mayor se empezó a enfurecer. Venia una parte de la historia que le molestaba recordar – Muchos años después tu abuela fue desterrada porque habló en contra de la Reina y los Olímpicos. Fue despojada de su poder y expulsada de Themyscira. Antes de morir, tu abuela recibió una visión y su hija se convirtió en la primer Cheetah.

La niña estaba conmocionada. Definitivamente esa historia tenia un algo que la emocionaba, pero a la vez la enfurecía. Su tía se había encargado de eso. Y después, la mujer tomo su rostro con su mano, haciendo contacto visual con la niña.

-Así es Barbara, tu destino es ser la última Cheetah. Tú pondrás de rodillas a reyes y derrocaras imperios. Y algún día, si Cronos lo permite, le sacaras el corazón a la campeona de las Amazonas.

Años después...

Los veinte años era la edad de la Ascensión para Barbara. Había llegado el momento de pasar por el ritual y recibir los poderes de Cheetah. Llevaba una túnica blanca y está desnuda por debajo. Camino bastantes kilómetros hasta que llego a una espelúznate cueva, donde (muy sorprendida) Vivian unos sacerdotes bastante viejos. Estos tenían una aura de maldad, pero Barbara tenía que aceptar que ellos estaban ahí solo para su iniciación. Tomo valor y dejo que la desnudan y bañaran los sacerdotes. Cuando estuvo completamente aseada, la vistieron con la armadura sagrada usada por la Cheetah anterior. También se le armo con un cuchillo dorado.

Un guepardo estaba dentro de una jaula suspendida por una cuerda a seis metros de altura. Así que Barbara al fin comprendió de que vendría su iniciación: tendría que matar al animal al momento, solo así recibiría sus poderes al cien por ciento, y si no lo mataba, simplemente se sabría que no era digna de dichos dones. Barbara se paró debajo de la jaula y justo cuando dejaron caer al animal, esta se tiro al suelo y de una vuelta perfecta sobre él, lo apuñalo en el corazón antes de que la lastimara. Su sangre fluyo hacia abajo cubriendo el cuerpo de Barbara.

Recitando las palabras de un antiguo ritual, Barbara se empezó a convertir en Cheetah. Su corto cabello negro se alargó hasta la cintura. Sus pies y manos crecieron, mientras que su piel se adaptaba con un pelaje fino con manchas. Le creció una cola y los rasgos felinos de un guepardo empezaron a aparecer en su rostro.

-¡Muéstranos tu poder! – gritaron los sacerdotes oscuros al mismo tiempo –

Ella rugió cuando seis ancianos armados la atacaron. Pero ella esquivo un ataque de espada y mato al hombre con un golpe de sus garras en la cara. Ella dio la vuelta a un hombre armado con una lanza y le rompió el cuello. Fue golpeada por otros dos sacerdotes con látigos de metal, pero sus heridas sanaron de inmediato. Con una patada voladora mato a su rival y al siguiente le arrebato la lanza, clavándosela en el pecho. Los dos sacerdotes restantes echaron a correr, pero Barbara los alcanzo y los decapito con sus garras a ambos al mismo tiempo.

-¡Cheetah ha nacido! – grito Barbara, entregándose a la oscuridad –

La niña que había crecido escuchando cuentos fantásticos de dioses y guerreros había muerto. Una amenaza mucho peor había salido de esa cueva aquel fatídico día. Una que Diana tenía como destino...

HABIA UNA VEZ... UNA PRINCESA AMAZONAWhere stories live. Discover now