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—Lo lamento
Eso fue lo primero que Andrómeda después de casi hora y media de silencio en la casa grande. Un silencio pesado y poco amable para su corazón.
—¿Por qué? — preguntó el Dios.
Andrómeda frunció el ceño.
—Por perder el control, por lastimar a Tántalo.
En serio esperaba un regaño, pero al Señor D no parecía importarle mucho.
—Intentó controlarlo, en serio.
Dionisio asintió.
—Eso ya lo sé, niña, pero a mi parecer no hiciste nada malo y me divirtió un poco, ahora vete.
Andrómeda no se movió.
—Necesito ver al árbol de Thalia—dijo Andrómeda—por favor.
—Lo mejor será que no te acerques a ella, Andrómeda, a Zeus no le gustara.
—Era mi amiga, Señor D, dijo que Jason murió, pero puedo ayudar a Thalia... ¿Dijo bien mi nombre?
—¡Claro que no! ¡Ahora vete Alicia!
Andrómeda suspiró y se levantó. En serio creía que merecía un castigo, había dañado a alguien, eso era algo malo. A veces todo eso la mareaba, la hacía sentir asfixiada, era frustrante.
Paso por la cabaña de Castor y Pólux, una idea loca pasó por su cabeza. Ya era de noche, pero sabía que ambos seguía despiertos. Toco la puerta y fue Pólux quien le abrió.
—¿Andy? ¿Qué Haces así?
—¿Puedo pasar?—preguntó
—Claro, mi cabaña es tu cabaña.
Cuando entró miro a Castor que estaba acostado.
—¿En qué podemos ayudarle bella dama?
—Necesito una ramita del árbol de Thalia—dijo Andrómeda—pensé en pedírselo a los gemelos Stole, pero...
Andrómeda no quería molestar.
—No te preocupes futura esposa—dijo Castor — te lo llevaremos, nos toca hacer guardia mañana.
—Gracias—susurro Andrómeda.
—Ahora ve a dormir, Andy —dijo Pólux —y si alguien dice algo de lo que pasó, solo dilo.
—Lo ahogaremos accidentalmente.
Andrómeda en serio agradecía poder sentirse apoyada, en especial después de todo eso.
—Gracias por su ayuda, pero de preferencia no ahoguen a nadie—dijo Andrómeda tomando la manija de la puerta —los amo.
