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La noticia de que Hera había engañado a su esposo se había esparcido como pólvora por todos lados.
Incluso en el mismo tártaro donde rieron ante el golpe que Hera le había proporcionado a su esposo, había herido su ego con una infidelidad.
Claro que Hera había sido juzgada por eso al ser la Diosa del matrimonio, pero a ella le daba igual, iba a tener un hijo que solo sería de ella y no de Zeus. Aunque también estaba Hefesto. Él era un tema aparte.
A Zeus lo había molestado, tanto así que muchos temieron que sacara su furia en su esposa, claro que el Dios no haría algo así. Le temía demasiado a Hera.
A Dionisio le había dado lo mismo. A Atenea le pareció una enorme falta de respeto a su padre. Los hermanos, Artemisa y Apolo, habían estado sorprendidos, ya que la Diosa les había hecho la vida algo complicada.
A Afrodita le causaba mucha curiosidad. Hermes lo había tomado con sorpresa. Hefesto no se mostraba muy entusiasmado por el hecho de que él no había tenido una buena experiencia siendo hijo de su madre.
Luego estaba Ares, pobre Ares, parecía bastante curioso y eso le causaba demasiada gracia a Afrodita.
-La quieres, incluso aunque no ha nacido.
Las palabras de la Diosa lo habían hecho voltear los ojos. No fue hasta que Hera empezó a dar a luz que todo pareció caerle como un balde de agua. En serio su madre había condenado a ese bebé.
Ilitia estaba presente junto a Hebe apoyando a su madre porque era la primera vez que tenía un semidiós. Aunque el bebé no era un semidiós, era la combinación de un montón de criaturas sobrenaturales que se supone que no debían ser mezcladas.
Pero, ¿quién era él para juzgar?
Se enteró del final del parto cuando Afrodita llegó chillando.
-¡Es una niña, Ares! ¡Deberías verla! ¡Es una hermosura!
Su padre, Zeus, se enfureció aún más cuando en todo el Olimpo solamente se habló de la belleza de la bebé.
A Ares en serio le parecía molesto el ver que todos querían observar a la nueva hija de su madre solo para comprobar si era tan bonita como todos decían.
-Ningún bebé es bonito cuando recién nace-dijo Ares-ni siquiera los tuyos.
-Entonces deberías ir a verla-opino Afrodita-y así dejarás de quejarte.
-¿Y yo para qué voy a querer verla?- preguntó Ares -se la entregarán a su padre mortal para que la cuide. Aunque eso tampoco suena bien.
El padre de la bebé era un Argent, un híbrido asesino y arrogante. La verdad Ares no sabía que era lo que Hera le había visto. Después de que Afrodita no dejara de decirle que debía conocer a la bebé y de que Hebe dijera lo mismo, Ares no tuvo otra opción que ir a conocerla.
